El 'Clásico de la Bocina', la curiosa anécdota del Clásico América vs. Chivas

    El Estadio Azteca fue escenario de uno de los Clásicos más extraños en la historia de la Liga MX.

    Video ¡Clásico de la Bocina! ¿Recordabas este polémico América vs. Chivas?

    El Clásico de México América vs. Chivas está plagado de anécdotas, pero quizás una de las más curiosas se dio en el que, al menos extraoficialmente, es conocido como el 'Clásico de la Bocina'.

    Corría la temporada 92-93 en la Liga MX y el futbol mexicano y el Estadio Azteca se ponían de gala para celebrar lo que sería el Clásico 100 dentro de la temporada regular entre Águilas y el Rebaño.

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    El Guadalajara tenía una visita muy peligrosa al América en una campaña en la que ninguno de los dos equipos estaba clasificado en sus respectivos grupos y vivían momentos complicados. La tensión se sintió en la cancha del Coloso de Santa Úrsula, pero quizás la persona que más absorbió todo el ambiente fue nada menos que el árbitro Arturo Brizio.

    El experimentado y, a la postre, mundialista silbante, tuvo una de las actuaciones más desastrosas en su carrera aquella tarde por decisiones polémicas que hasta la fecha, son objeto de debate. Chivas primero reclamó penal por jalón de Arturo Álvarez sobre Nacho Vázquez y Armando González anotaría después un tanto que fue anulado por un muy dudoso fuera de lugar pasivo.

    El juego se calentó con expulsiones de Uribe y de Demetrio Madero, quien golpeó a Zague. Gonzalo Farfán pondría los glúteos a tiro libre de Hugo Sánchez para desviar el balón al marco y también anotaría el 2-1 sobre el final que acabó muy candente.

    Brizio permitió un cambio cuando el balón no había salido de la cancha. Galindo, atento a la jugada, empuja el balón a las redes cuando se pretendía 'reanudar' el partido con un saque de meta. Brizio dio por bueno el gol, pero después consulta con su asistente, revierte la decisión y reanudó con un bote a tierra para decretar el triunfo azulcrema.

    Antes de eso, el portero Alex García despejó y la pelota incrustó directamente en la bocina que se encontraba al centro del Estadio Azteca en ese entonces y, por increíble que parezca, el juego no se detuvo por esta acción que, a la postre, significaría el mote del 'Clásico de la Bocina' y una mancha importante para Arturo Brizio.