Opinión Deportes

    Las lunas de miel no son eternas: Cruz Azul necesita reconquistar corazones ahora

    La Máquina fue eliminada de la Copa MX, el torneo que el año pasado creó un segundo aire en una relación tormentosa.

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    Por:
    Juan Carlos Cedeño.

    Peláez y Caixinha

    Imagen @checheazul/univision
    Peláez y Caixinha

    La Copa de MX del año pasado fue un idilio entre Cruz Azul y su afición, la conquista del campeonato hizo olvidar el sufrimiento de varios años sin la conquista de la Liga, después el dolor volvió en forma de una nueva final en contra del América.

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    Se pensaba que le dupla Peláez y Caixinha era la fórmula mágica que devolvería las sonrisas a los cementeros y aparentemente la relación al interior de la institución se ha desgastado, aunque apostaría más por una serie de factores que han hecho que el equipo pierda la inercia que tenía en un principio. No son solo dos hombres los que con su capacidad pueden hacerlo solos, cortar a Caixinha sería una vez más comenzar de cero en una historia que hemos visto repetida una y otra vez, aquellos que hoy quieren que se vaya el portugués son los que lo aclamaban hace no mucho. Creo que llegó el momento de tener paciencia, y yo sé que pedirle eso a la fanaticada azul es como pedirle agua al desierto, pero se ha avanzado.

    Las lunas de miel no son eternas y no olvidemos que a Caixinha lo trajo Eduardo de la Torre y no Ricardo Peláez, por lo que a pesar de que se dieron ciertos resultados y grandes progresos, no sería descabellado que el directivo busque a un hombre de su entera confianza o al menos un hombre que sea electo por él.

    El semestre pasado fue formidable y el presente es denso, pero hasta en las parejas más estables hay roces y a veces las cosas no salen como se planean, creo que la dupla Peláez y Caixinha aún puede dar mucho, pero de corazón deseo que los dos logren volver a producir las alegrías del pasado porque aún hay tiempo y aún hay fe, de trabajo no hablamos, porque me queda claro que los dos son ampliamente calificados solo falta encontrar nuevamente el rumbo que se ha perdido.


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