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    Análisis Táctico: La causa del mal fútbol en el América-Cruz Azul final Liga MX

    Tanto Miguel Herrera como Caixinha usaron la misma formación con la misma deficiencia produciendo un juego de pobre calidad táctica.

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    Por:
    TUDN
    Publicado el 14 dic 18 - 09:56 AM CST. Actualizado el 14 dic 18 - 09:56 AM CST.


    Video América vs. Cruz Azul, una Final de ida que resultó muy peleada también en las estadísticas
    La paridad 0-0 dejó también datos muy parecidos, en cuanto al porcentaje de posesión de balón, faltas y tarjetas amarillas. Aquí los números.
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    Entre quienes están interesados en el tema táctico del fútbol hay un debate: ¿El 4-4-2 y el 4-2-3-1 son sistemas distintos o en realidad son el mismo sistema?

    La final de ida América-Cruz Azul del Apertura 2018 es un buen caso de estudio, pues tanto Miguel Herrera como Pedro Caixinha formaron a sus escuadras en 4-2-3-1. Se trata de un sistema que efectivamente da solidez defensiva porque sin balón se transforma en un 4-4-2.

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    En el América era claro que se defendía con dos líneas de cuatro por detrás de la línea del balón, con Matheus Uribe y Roger Martínez haciendo la presión alta (reveladoramente, ambos salieron lesionados en esa labor de desgaste). En Cruz Azul los más libres eran Milton Caraglio y Roberto Alvarado.

    Entonces el debate consiste en cómo se ataca en 4-2-3-1 a diferencia del 4-4-2. Hugo Sánchez, quien utilizó este último sistema en su etapa como DT de Pumas, solía decir que mientras un lateral subía el otro lateral se quedaba formando una línea de tres para quedarse protegido atrás.

    Sin embargo, la evolución del fútbol moderno resultó en el 4-2-3-1 porque se necesitaba atacar con ambos laterales simultáneamente. Esto da amplitud ofensiva, se abren más espacios.

    Durante el juego, por más de algunas discusiones en el terreno de juego, en las tribunas del Coloso de Santa Úrsula se vivía tranquilidad.
    Sin embargo, sobre el final las cosas se calentaron y varios de los fanáticos se enfrascaron en una pelea.
    Parece ser que la calentura que los jugadores y cuerpo técnico de ambos equipos protagonizaron al final del partido se trasladó a los asientos.
    Entre puños, insultos y empujones algunos de los fanáticos del América terminaron de opacar la jornada.
    Se desconocen los motivos de esta pelea en las tribunas, pero por fortuna no hubo heridos de gravedad.
    Más adelante, en otro sector del estadio, un grupo de aficionados azulcremas se enfrentaron a otro de azules, pero la Policía llegó rápido para separarlos.
    Lamentable la situación que se vivió en el Azteca por parte de algunos intolerantes.
    Según se fue desocupando el estadio las cosas se iban calmando.
    Queda el mal sabor de boca por culpa de unos cuantos que no quisieron vivir la final en paz.

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    Durante el juego, por más de algunas discusiones en el terreno de juego, en las tribunas del Coloso de Santa Úrsula se vivía tranquilidad.


    Por poner un ejemplo, el Borussia Dortmund de Jürgen Klopp atacaba justamente así: metiendo al mediocampista central Sven Bender entre los centrales para mandar a los defensas laterales a los extremos y crear dos-contra-uno en ataque con el polaco Jakub Blaszczykowski y el alemán Marco Reus.

    Lo visto ayer sobre el césped del Estadio Azteca fue lo contrario: ni Guido Rodríguez ni Iván Marcone cumplieron este rol y por lo tanto los defensas laterales azulcremas y celestes nunca se sumaron al ataque. Una de las primeras de peligro para el América llegó cuando Pablo Aguilar se equivocó en la salida. A partir de ahí todo fue tirar balonazos.

    ¿Entonces por qué ni Herrera ni Caixinha corrigieron? De haberlo hecho, ambos hubieran arriesgado quizá más de lo razonable en vista del estado de la cancha. Usar a Guido o a Marcone para dar salida por vía terrestre efectivamente es una invitación a que el rival ejerza presión alta.

    De modo que los estrategas de América y Cruz Azul prefirieron dejar todo para la vuelta de la final. Con las bajas de Roger y Matheus, sin embargo, es ahora Caixinha quien tiene la presión de ir adelante.

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