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    Termina la condena: los Chicago Cubs son campeones de las Grandes Ligas tras 108 años

    La novena de la 'ciudad de los vientos' ganó su tercer título de las Mayores y el primero después de 108 años, al vencer a los Cleveland Indians

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    Los Cubs celebraron su tercer título, esta vez en casa ajena.

    Imagen AP
    Los Cubs celebraron su tercer título, esta vez en casa ajena.

    Por Ricardo Otero | @otero_rj

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    "Porque las estirpes condenadas a cien años de soledad no tenían una segunda oportunidad sobre la tierra." No esta vez. No para los Chicago Cubs. En el recuerdo quedan ya los 108 años de sequía, la centenaria agonía de una franquicia que desde 1908 vivió frustraciones, proclamas malditas, desatinos de algún aficionado y la rutina de la desilusión que sólo se defendía con insensibilidad.

    Las lapidarias líneas con las que el escritor colombiano Gabriel García Márquez cerró su más emblemática novela, "Cien años de soledad", era el epitafio perfecto para el equipo "muerto" de las Mayores, que justo en el día de los fieles difuntos conjuró todas sus maldiciones y le dio a todos sus aficionados una alegría inédita, incluso a los que ya en el más allá se quedaron esperando por ella.

    Los Chicago Cubs vencieron 8-7 a los Cleveland Indians en el séptimo y definitivo juego de la Serie Mundial 2016. Esta línea es la que resume el partido más importante de beisbol para nuestra generación y, quizás, de la historia completa de las Grandes Ligas. La maldición de la cabra ya es sólo un recuerdo pese a todas sus ambigüedades: no hay duda alguna de que estos 108 años son simplemente eso: una anécdota. Una muy larga anécdota.

    Desde el primer bateador del partido los Cubs avisaron que llegaban con ganas de reescribir la historia: Dexter Fowler conectó un largo batazo que se voló la barda por el jardín central e hirió a un Corey Kluber que llegaba con etiqueta de garantía a la lomita para los Indians.

    Los habitantes de Chicago se encuentran en su estadio luego del emocionante séptimo partido que duró 10 entradas.
    La eufórica celebración de la fanaticada de los Cubs, luego de ganar la serie mundial en 7 juegos.
    Tras 108 años, los fanáticos de los Cubs volvieron a celebrar la victoria de la Serie Mundial.
    Aunque el equipo se coronó en Cleveland, los habitantes de Chicago salieron a la calle y se encontraron en su templo, el Wrigley Field.
    La celebración frente al Wrigley Field se extendió hasta la madrugada, y seguramente continuará hasta que el equipo regrese a la ciudad.
    Desde 1908 los fanáticos de los Cubs no celebraban una serie mundial.
    Un cartel con la cara del jugador LeBron James de los Cleveland Cavaliers fue llevado a la celebración de los fanáticos de los Cubs frente al Wrigley Field.
    El desarrollo del séptimo partido fue dramático para los seguidores de los Cubs.
    Chicago ya se había quitado una parte de la llamada 'Maldición de la cabra' al coronarse tras 71 años en la Liga Nacional.
    Los Cubs salvaron la Serie Mundial con apenas un triunfo en su casa, tan solo el tercero en toda la historia del Clásico de Otoño.
    Sin embargo, fiel a su tradición, los seguidores de Chicago sufrieron en los siete partidos, en una remontada memorable.
    En el séptimo juego nunca estuvieron abajo y alcanzaron el triunfo en el décimo inning.
    La fiesta llegó al final ante la locura e incredulidad de sus fanáticos, cuyos padres ni habían nacido en el pasado título de Serie Mundial.
    Abrazos, lágrimas emocionadas y un hecho histórico que viven con pasión tras más de un siglo.

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    Imagen Getty Images
    Los habitantes de Chicago se encuentran en su estadio luego del emocionante séptimo partido que duró 10 entradas.

    Su contraparte, Kyle Hendricks, inició dominante, pero los Indians reaccionaron en la tercera con un sencillo de Carlos Santana que llevó a Coco Crisp para la carrera del empate. Juego nuevo después de un tercio de partido.

    Pero poco le duró el gusto a los locales. En el cuarto episodio, Addison Russell conectó un elevado muy corto al central, pero Rajai Davis tardó en reaccionar y Kris Bryant se arriesgó en el pisa y corre; su osadía tuvo recompensa al llegar safe a home. Le devolvió la ventaja a los Cubs y dio un golpe psicológico importante.

    En lo divino y lo sobrenatural se aferraron los fanáticos de los Chicago Cubs antes del quinto juego de la Serie Mundial.
    Los más acérrimos seguidores fueron los primeros en llegar. Suele suceder que los más tradicionales son los más fieles.
    Al Wrigley Field llegaron los fanáticos de los Chicago Cubs con la mejor de las energías, aunque algunos insisten en recordar la maldición.
    A pesar de que Cleveland Indians aventajaban 3-1 la serie, los seguidores no renunciaron a creer, nunca.
    Con banderas y demás símbolos representativos llegaron todos los fanáticos para apoyar a su equipo.
    Todavía se vendían los productos por doquier en Chicago. Tras 108 años sin un título, lo último que se perdía es la esperanza.
    Ni siquiera el resultado de la serie no permitió que se apague la fiesta previa al quinto partido.
    Ante las maldiciones en mención, especialistas como los cazafantasmas estuvieron presentes para acabar con ese rumor.
    Por si acaso, los fanáticos también se aferraron a una ayuda celestial con la idea de quitarle la mala racha al Wrigley Field.
    La famosa 'maldición de la cabra' viene desde 1945, cuando un fanático con una cabra fue expulsado y este aseguró que los Cubs nunca volverían a ganar. Pasaron 71 años para que volvieran a ganar una Liga Nacional y aún van 108 años sin una Serie Mundial.
    Los seguidores saben que hacen parte de un momento histórico que, sin importar el resultado, siempre quieren guardar en sus memorias.
    La sonrisa es lo último que se pierde, es una parte vital de la fiesta en el apoyo a su equipo.
    "Entonces, me estás diciendo que hay una posibilidad", se preguntan estos fanáticos antes del partido. Ellos ni ninguno abandona.
    Para los fanáticos de los Chicago Cubs, sin importar el resultado, la mirada está enfocada en una fe inacabable por su equipo, la misma que los ha mantenido fieles tras más de un siglo sin una Serie Mundial.

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    Imagen Getty Images (centro) y AP (izq. y der.)
    En lo divino y lo sobrenatural se aferraron los fanáticos de los Chicago Cubs antes del quinto juego de la Serie Mundial.

    Poco después, Wilson Contreras conectó un batazo que pegó en la barda del jardín central y Ben Zobrist llegó caminando a la registradora. 3-1. En la quinta, Javy Báez se voló la cerca por el central y Kluber finalmente fue sacado del partido.

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    El relevo de Andrew Miller no funcionó. Los envalentonados Cubs hicieron una jugada de batear y correr, Anthony Rizzo pegó un sencillo y Kris Bryant voló desde la primera base hasta home para poner el 5-1 parcial. Hasta el séptimo partido vimos a unos Cubs agresivos, irreconocibles en el resto de la serie.

    Pero las decisiones de Joe Maddon le pusieron drama al partido. Pese a tener el juego controlado, el manager de los Cubs decidió cambiar a su abridor y Hendricks le dejó su lugar al estelar de la rotación abridora, Jon Lester, quien, sin embargo, no se halló en su primera labor de relevo en más de diez años, ni él ni su catcher de confianza, David Ross, quien no pudo controlar uno de sus lanzamientos, la pelota le pegó en la careta y el dramático wild pitch le costó dos carreras, pues entraron Carlos Santana y Jason Kipnis a la registradora.

    La revancha, sin embargo, llegó rápido: el veterano David Ross, en su último partido en las Grandes Ligas, sorprendió a todos al pegarle un cuadrangular al relevista estelar de los Indians, Andrew Miller, por el jardín central (sí, ¡otra vez por el central!). Chicago recuperaba un poco de su ventaja con el 6-3 y, además, Ross aseguró retirarse como el autor de un cuadrangular con mayor edad en la historia de las Grandes Ligas.

    Aroldis Chapman entró al partido a cuatro outs de asegurar el título, pero le pegaron rápido: Brandon Guyer conectó un doblete entre central y derecho que llevó a José Ramírez a home. 6-4.

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    Pero eso no fue suficiente: con un hombre a bordo, Rajai Davis le pegó secó a un lanzamiento del cubano y lo botó por encima de la barda del jardín izquierdo. Juego nuevo. En la octava.

    Los jugadores latinos no solo son personajes sino que son protagonistas en el equipo de Cleveland que vive un momento histórico.
    El segunda base Michael Martínez ha encajado muy bien para transmitir su experiencia en el remate de la temporada de Indians. En el día de descanso previo al regreso al Progressive Field aprovechó para quitarse la tensión con un poco de fútbol.
    El jugador de República Dominicana, a sus 34 años, ha tenido una temporada pareja en ofensiva pero mejor aún en la defensa.
    El bateador designado Carlos Santana es un elemento clave de Indians. El jugador de República Dominicana, de 30 años, es brillante en la ofensiva.
    Santana tiene un alto promedio para embasarse gracias a su capacidad en el bate. En la postemporada fue determinante.
    El tercera base José Ramírez es otro de la armada de República Dominicana en Indians. A sus 24 años es otra de las grandes promesas en la ofensiva de la novena de Cleveland.
    Danny Salazar, lanzador de 26 años, es el cuarto jugador de República Dominicana en Indians. Está en el equipo desde 2013.
    El catcher brasileño Yan Gomez fue el segundo jugador de su país en disputar una Serie Mundial y ganarla. El de Sao Paulo, a sus 27 años, está en Indians desde 2013.
    A sus 27 años, el puertorriqueño Roberto Pérez ha sido clave como catcher y ha madurado durante las dos últimas temporadas con el equipo de Cleveland.
    El parador en corto Francisco Lindor es uno de los fijos en la novena de Cleveland. Con dos temporadas en el equipo y más de 150 partidos en 2016 es uno de los representativos.
    Incluso, la celebración de Lindor con su salto en el aire y saludo a Rajai Davis es una de las imágenes para la memoria histórica de los hinchas de Cleveland.
    Aunque no está en el roster de 25 activos, el jardinero izquierdo Abraham Almonte jugó 67 partidos de la actual temporada, pero salió positivo por dopaje y fue sancionado. Aunque ya cumplió su castigo, el dominicano no pudo estar en postemporada como parte del castigo.
    El shortstop puertorriqueño Erik González estuvo en 21 partidos con Indians. A sus 25 años, a pesar de no estar en el roster activo, aportó durante la temporada regular.
    El lanzador venezolano Carlos Carrasco se quedó por fuera luego de un golpe que le fracturó un dedo en un partido el 17 de septiembre contra Detroit y con eso se acabó su temporada. No obstante, ha apoyado al equipo desde su recuperación.

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    Imagen Getty Images
    Los jugadores latinos no solo son personajes sino que son protagonistas en el equipo de Cleveland que vive un momento histórico.

    Sequías de 108 y 68 años. Juego 7 de la Serie Mundial. En extrainnings. Y con retraso por lluvia al terminar la novena entrada. Más drama, imposible. Sólo así podía terminar un Clásico de Otoño entre los Indians y los Cubs. Las lonas cubrieron el campo del Progressive Field sólo por unos minutos, suficientes para que Chicago se reordenara.

    Porque en la décima, Ben Zobrist aprovechó que tuvo casa llena y pegó una línea implacable por el izquierdo, para llevar a Albert Almora a home. Y justo después, Miguel Montero conectó otro sencillo que remolcó a Anthony Rizzo. El relevo de Brian Shaw fue un fiasco: 8-6 y Chicago volvía a estar a tres outs del anheladísimo campeonato.

    Del otro lado ya no salió Aroldis Chapman. Carl Edwards Jr. fue el encargado de conjurar 108 años de lamentos. Retiró a Mike Napoli y José Ramírez, pero dio base por bolas a Brandon Guyer; Rajai Davis, conectó un sencillo que llevó a Guyer a home. Al relevo Mike Montgomery, quien dominó a Michael Martínez.

    La eternidad duró del 14 de octubre de 1908 al 2 de noviembre de 2016.

    Nunca más la cabra. Nunca más 108 años de soledad.

    Esta fue la noche que muchas generaciones de fanáticos de los Cubs estuvieron esperando por años y de las que se hablará por mucho tiempo.
    La noche en que la W voló por todo lo alto.
    La noche en la que los Cubs lograron acabar con la sequía de 108 años y finalmente ganar el Clásico de Otoño.
    A pesar de jugar en el Progressive Field, el estadio de los Indios de Cleveland se pintó de azul, pues cientos de fans de los Cubs se lanzaron a Ohio para ver el partido y ser testigos de una noche histórica.
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    El juego arrancó bien. Los Cubs empezaron la primera entrada arriba en el marcador y después mantuvieron la ventaja para ir en la quinta entrada con cómoda ventaja de cinco carreras contra uno.
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    En la quinta entrada salió el lanzador Kyle Hendricks y subió a la lomita de las angustias Jon Lester.
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    Sin embargo, en la quinta baja los Indians lograron remontar y marcador se puso cinco carreras por tres, por lo que la maldición de la cabra volvió a hacerse presente en la mente de más de uno.
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    En la sexta, las plegarias de muchos surtieron efecto, pues David Ross anotó un home run que puso el marcador seis carreras a favor de los Cubs.
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    En las inmediaciones del Wrigley Field, nadie se quería perder ninguna jugada. Las miradas estaban atentas a los monitores.
    El partido se empató seis a seis y tuvieron que ir a tiempo extra. La lluvia paró el juego por unos momentos.
    Finalmente, en la décima entrada, los Cubs ganaron ocho carreras a siete y lograron hacerse con el título que muchas generaciones soñaron.

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    Imagen Getty Images
    Esta fue la noche que muchas generaciones de fanáticos de los Cubs estuvieron esperando por años y de las que se hablará por mucho tiempo.
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