Parecería que esto no debería ser noticia, especialmente si fue la pieza clave del título de 2016, el primero para la ciudad en cualquier deporte profesional en 52 años, pero LeBron ya había vivido un momento similar, aunque con diferente reacción del público.
Cuando decidió irse al Miami Heat en 2010, el objetivo era claro: buscar ser campeón de la NBA por primera vez. En su primera visita a Cleveland con otra playera, fue abucheado y el público lo acusó de traidor.
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LeBron James fue recibido con aplausos en la Quicken Loans Arena.
Cuatro años y dos títulos después, decidió regresar con los Cavaliers e incluso les hizo una promesa: ser campeón con ellos.
En las Finales de 2016, luego de ir abajo 3-1 en la serie ante los poderosos Golden State Warriors, los Cavaliers remontaron para ganarla en siete juegos y darle una alegría inédita para las últimas dos generaciones de la ciudad.
La promesa cumplida fue el boleto de salida en paz para su siguiente reto, brillar en California, en plena madurez y como el mejor jugador que se haya visto en las duelas en este siglo de manera inobjetable.
Por eso, este miércoles incluso hubo aficionados en la grada de la Quicken Loans Arena con jerseys mitad de Cleveland y mitad de los Lakers. A su llegada, saludó a trabajadores y policías del inmueble; en el calentamiento le aplaudían y la ovación fue ensordecedora al ser presentado antes de iniciar el partido.
Después, en la primera pausa, los Cavaliers proyectaron en las pantallas un video tributo con los mejores momentos del James con su camiseta.
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Porque sigue siendo el Rey.
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LeBron James regresó a Cleveland como jugador de otro equipo que no son los Cavaliers. Es la segunda vez que pasa esto en su carrera pero la noche del 21 de noviembre de 2018, todo fue distinto.
