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    Sobre la polémica salida de México del Clásico Mundial de Béisbol

    La novena mexicana creía que una ventaja de dos carreras bastaba para ir al desempate contra Italia.

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    Por:
    TUDN

    La eliminación mexicana pasará a la historia.

    Imagen Miguel Tovar (Getty Images).
    La eliminación mexicana pasará a la historia.

    Por José Domingo Schievenini (@DomSvn)

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    Antes de salir a jugarse la vida, la novena mexicana sabía que bastaba ganar por dos carreras a Venezuela para seguir en el 2017 World Baseball Classic. En dado caso, jugaría un desempate: otro encuentro contra Italia. El ganador pasaría al grupo de la muerte con EUA, Puerto Rico y República Dominicana, donde las posibilidades para México serian mínimas. Pero en el béisbol una sola oportunidad basta para cambiar el rumbo de cualquier historia.

    En la parte baja de la novena entrada en el tercer partido del equipo mexicano en el estadio de los Charros de Jalisco, el marcador se encontraba 11-9.

    México vencía a una Venezuela repleta de estrellas de grandes ligas. En varias de las transmisiones televisivas, en Twitter y en distintos foros se reiteraba la afirmación colgada en el portal de la MLB y del Clásico Mundial: según el criterio de desempate una ventaja de dos carreras era suficiente. Tras cinco horas de juego, el partido terminó con emocionante relevo de Oliver Perez y cierre de Roberto Osuna; era la una de la madrugada y la gente festejaba:

    Los jugadores mexicanos se abrazaban, se echaron cohetes al aire. Las redes sociales del torneo incluso señalaban que Mexico seguía con vida.

    Dos horas después, una vocera despertó a los reporteros para informarles que no, que era un error, que México estaba eliminado. La razón: el “cociente” resultado de dividir las carreras permitidas entre el número de entradas jugadas a la defensiva colocaba a México por debajo de Venezuela.

    Más allá de semejante tecnicismo, quienes seguíamos despiertos olfateamos un mal olor. Si en esa operación matemática se incluía la novena entrada defendida en el primer juego contra Italia, era México el calificado. Pero si se incluían solamente las cinco carreras permitidas y no se contabilizaba la entrada (porque en ella no se consumaron los tres outs, dado que la ofensiva italiana dejó tirada en el campo a la novena mexicana) era Venezuela el sobreviviente.

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    Trasnochados y en función de sospechosos criterios fueron los miembros de un “comité técnico” quienes a posteriori deliberaron, eliminando al equipo mexicano.

    Se trata de interpretación sesgada y absurda del reglamento. Si la MLB eventualmente interpretaría el tema del “cociente” de esa manera, debió haber permitido a México en aquel primer juego terminar esa novena entrada a la defensiva, con una Italia que ya tenía la victoria (10-9) y que hubiera bateado el resto de la entrada solo por trámite, en un escenario nunca visto en la historia del béisbol profesional.
    Pero la increíble eliminación del equipo mexicano no acaba ahí.

    Si contra los venezolanos México hubiera estado informado de la ventaja de tres carreras necesarias para avanzar, habría podido apostar por una estrategia inédita y novedosa: en esa novena entrada, cuando ganaban por dos carreras, hubiesen podido permitir un empate voluntario (cediendo bases por bolas), posibilitando al equipo mexicano regresar al bateo en la décima alta y anotar esas tres carreras.
    No era disparatado, pues el picheo venezolano ya flaqueaba para entonces.

    Sin reparar en las intrigas que se hubieran despertado en el mundo de las apuestas, supongamos que México no hubiese logrado ese objetivo de tres carreras -y supongamos también que el picheo nacional hubiese mantenido el barco a flote en los extra innings-.

    Alternativamente, esas tres carreras podrían haberse alcanzado en la onceava al bat, en la doceava o en las sucesivas. En el supuesto de haberlas logrado, hubiera podido ingresar el cerrador estelar, Roberto Osuna, para finiquitar el juego. No era una apuesta infalible ni sacada “del librito”, pero al menos la posibilidad de sobrevivir se hubiera mantenido.

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    Sin embargo, en esa parte baja de la novena, el picheo mexicano cerró el partido impecablemente basado en la idea de las dos carreras de ventaja. Indudablemente el reglamento del Clásico Mundial, así como sus interpretaciones, tiene mucha improvisación y dista de la certeza fundamental para un evento con audiencia global. Una verdadera lástima tratándose del así llamado Rey de los Deportes.

    Como sea, la actuación de México pasará a la historia. Y lo hará no únicamente por el papel de la MLB durante esas horas de madrugada, sino también por los errores de bulto cometidos en la cancha: se perdió una ventaja de siete carreras contra Venezuela; se perdió una ventaja de cuatro contra Italia; y se permitieron otras cuatro en la novena alta contra Puerto Rico (tras ese tercer out que en terreno de foul dejó ir el cátcher mexicano).

    Esos errores fatales determinaron el mentado cociente del que se valdría la dueña, ama y señora del béisbol (la MLB), para con una patada en el trasero sacar al equipo mexicano del ya de por sí polémico y criticado Clásico Mundial de Béisbol.

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