Cruz Azul

    Del ‘Jefe’ bailarín no queda mucho

    La afición de Cruz Azul pidió muchos años a Tomás Boy para su banquillo, esperando que con él, el carácter volviera a un equipo tenue y sin corazón.

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    Imagen Pedro Pardo / Getty Images

    Por Andrés Corona Zurita | @andrescorona

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    Algo tiene el banquillo de Cruz Azul que los entrenadores que dirigen al club se sumen en el asiento como si éste fuera de hule espuma. El Estadio Azul y los 17 estadios restantes, le quitaron a Tomás Boy esa imagen que tanto gustaba a la afición celeste.

    ¿Dónde quedó el ‘Jefe’ bronco que alardeaba colérico sus emociones? Ese técnico soberbio, burlón y protagonista que ha definido a Tomás Boy se ha empequeñecido en La Noria y se ha convertido en el mismo entrenador a la talla que siempre viste a la Máquina.

    A Tomás Boy la afición de Cruz Azul lo pidió mucho. Lo quiso pese a que muchas veces se burló e ironizó con el club celeste. Veían en el ‘Jefe’ al entrenador que le devolviera el tono celeste a una playera despintada, que le regresara la sangre a un equipo que tiene atole en las venas desde hace décadas.

    Pero Tomás Boy confundió esos pasajes. De aquel técnico que se burló del América en pleno Estadio Azteca tras un gol de Joao Rojas, queda muy poco.

    Entre escusas y justificaciones a su ‘buen’ trabajo, se olvidó de dar la cara tras el monumental ridículo en el juego ante las Águilas del sábado pasado. En efecto, a Boy, como él mismo lo dijo, solo lo han corrido una vez en toda su trayectoria, pero el fin de semana anterior tras semejante papelón, debió haber sumado su segundo despido, o bien, por dignidad, presentar su renuncia ante un cargo que le ha quedado grande.

    La afición esperaba algo más que una fría conferencia de prensa. Exigía una disculpa pública como inicio, alguien que diera la cara y mostrara carácter en el micrófono ante la carencia de ‘amígdalas’ en el campo de juego. Después, un cambio que ayude a un equipo perdido, a no quedar eliminado por quinto torneo consecutivo sin liguilla. Al final, no va una y no va la otra, en Cruz Azul, no pasa nada.

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    Al quedarse, Boy tendría que adoptar una actitud distinta. Si se va a morir, que lo haga con la suya, siendo él y no un homenaje a los distintos entrenadores que visten traje impecable, camisa blanca sin ensuciar y corbata perfectamente acomodada, que se sienta en la silla del banquillo hasta hundirse. De esos, en Cruz Azul han abundado. Tomás Boy, se ha sumado a la lista.


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