Athletic Club

    Entre Messi y CR7 hay un goleador treintón que halló la fuente de la eterna juventud

    Era un delantero común hasta que, un día, el hada de los goles lo tocó con su varita y la vida de Aritz Aduriz cambió para siempre.

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    Por:
    TUDN

    Aduriz sigue rompiendo barreras en el nuevo San Mamés.

    Imagen Juan Manuel Serrano Arce (Getty Images).
    Aduriz sigue rompiendo barreras en el nuevo San Mamés.

    Corría el verano del 2012 y el Athletic Club de Bilbao de Marcelo "Loco" Bielsa estaba en boca de todos: más bien, los que estaban en boca de todos eran Javi Martínez y Fernando Llorente, zaguero y goleador respectivos de aquella escuadra. Martínez huyó de Bilbao bajo el manto de la noche con rumbo a Múnich, donde ganaría la Champions al año siguiente.

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    Llorente se quedó en la ciudad, aunque también deseaba marcharse. Bielsa lo condenó a la banca y con dicha condena muchos creían que se trataba del principio del fin de ese sorprendente Athletic. Efectivamente sus futbolistas acusaron el desgaste natural de la filosofía del míster rosarino, pero por goles los rojiblancos no sufrieron.

    Un nueve ya entrado en la edad de la vejez biológica completó una sorprendente temporada de 14 anotaciones, fundamentales para salvar la categoría y conservar al Athletic entre el Madrid y el Barça como los únicos tres clubes en España que jamás han jugado liga en campos de segunda división.

    Hoy día, y por segunda temporada consecutiva, él, Aritz Aduriz, ha sido premiado con el Trofeo Zarra al máximo goleador español de La Liga gracias a su veintena de gritos de gol en la 2015-2016. Fueron 18 gritos para el Zarra de la temporada antepasada. Aduriz no tiene apodos porque su apellido es sinónimo de trabajo silencioso así como Telmo Zarra tampoco fue bautizado con motes rimbombantes pues sus 251 goles sentaron una marca que tardó más de cinco décadas en ser rota por algún otro goleador.

    Pero Zarra sí que tenía apodos: “El Tímido”, “El Miedoso” (“ Siempre he sido muy vergonzoso y cohibido”, confesó en su autobiografía). Y Aduriz heredó la cohibición fuera de las canchas de aquel legendario asesino del Athletic. “Me gusta muchísimo el deporte, pero no me gusta nada la parafernalia del fútbol; todo lo que le rodea no me gusta”, respondió este hombre de 35 años en una entrevista imperdible con un periódico gallego.

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    “-¿Por qué marca más goles ahora?

    “-Al final, esto es ensayo-error. Según vas adquiriendo experiencia, entiendes que un balón que viene por un sitio puede terminar en algún otro. Es una cuestión estadística. Vas intentando moverte mejor en el campo y se elige mejor las situaciones con la edad. Eso te lo da la experiencia, tantos partidos, lo que has ido aprendiendo. Si, además, físicamente estás a buen nivel lo normal es ir mejorando.”

    Aduriz no tiene Instagram ni Twitter ni Facebook, y quizás tampoco tenga WhatsApp. Es un futbolista que acaso apareció repentinamente entre el humo y las luces encendidas de una máquina para viajar en el tiempo abriendo sus compuertas de par en par. Vino de otra época, de la de Zarra. Pero no es un viejo, porque los goles no tienen edad. Las celebraciones son siempre símbolos de jovialidad y juventud. Y Aduriz lleva años sin parar de festejar las veces que él empuja al fondo de la meta el trabajo del resto de sus compañeros.

    Su silueta no es la de una reliquia sino la de un fragmento de historia viva. ¿Cuándo dejará de meter goles? ¿Cuándo bajará el Athletic a segunda? Son preguntas tan difíciles de responder que hemos de contentarnos contestando que “nunca, nunca” a las dos.

    César Martínez

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