Atletismo

    El demencial récord mundial de los 400 m. planos, al alcance

    La victoria de Salwa Eid Naser en Doha 2019 acerca la posibilidad de batir la marca de Marita Koch.

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    Por:
    Ricardo Otero.

    Sawal Eid Nasar y Marita Koch, las dos mujeres más rápidas de la historia en los 400 metros planos.

    Imagen TUDN
    Sawal Eid Nasar y Marita Koch, las dos mujeres más rápidas de la historia en los 400 metros planos.

    La victoria de la bahreiní Salwa Eid Naser en los Campeonatos Mundiales Doha 2019 han cimbrado por primera vez en mucho tiempo las marcas demenciales que logró Marita Koch en los 400 metros planos a mediados de los años 80.

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    ¿Será que el día está cerca? Los récords que lucen casi imposibles de Koch podrían romperse pronto.

    La marca mundial de la corredora que entonces representó a la ya desaparecida Alemania Oriental es de 47.60 segundos, 39 centésimas más rápido que su segunda mejor marca. Y nadie más que ella ha corrido el óvalo en menos de 48 segundos.

    Eid Naser fijó este jueves el tercer mejor tiempo de la historia con 48.14 segundos. Más rápida que la francesa Maria-Jose Perec, quien ganó el oro de Atlanta 1996 con 48.25 y tiene el récord olímpico vigente.

    Pero lo que logró Marita Koch el 6 de octubre de 1985 en Canberra, Australia, es uno de los más grandes enigmas del atletismo. Su récord mundial luce imposible de romper, pues hasta el día de ayer, las 65 centésimas de distancia entre su tiempo y el de cualquier otra mujer que se haya registrado son una eternidad para efecto de una competencia de este tipo.

    Nacida en Nigeria y nacionalizada bahreiní, Eid Naser ha reducido esa brecha a 54 centésimas. Mucho tiempo aún, pero hay que considerar que apenas tiene 21 años de edad y que su progresión este año ha sido bestial, pues antes de 2019 no había logrado romper la barrera de los 49 segundos.

    Su mejor tiempo en los Juegos Olímpicos Río 2016 fue de 50.88 segundos, 2.74 más lentos que lo que acaba de lograr en Doha.

    Es entonces legítimo pensar que la velocista no ha alcanzado aún su potencial y que desde ya es la candidata natural a llevarse el oro en Tokio 2020.

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    Las proezas de Koch, campeona olímpica de Moscú 1980, ocurrieron en el contexto del dopaje de estado de Alemania Oriental, un programa que arrancó formalmente en los años 70 y que empezó a descubrirse desde la desclasificación de documentos de aquel país en 1991, dos años después de la caída del Muro de Berlín.

    Aunque Koch ha negado el uso de sustancias prohibidas y se ha amparado en que todos los exámenes antidopaje que le realizaron como atleta dieron negativo como resultado, los documentos describen que se le suministró sistemáticamente Turinabol, el anabólico que fue la base del programa que incluyó a 10 mil atletas.

    Por lo pronto, en el libro de récords de la Federación Internacional de Asociaciones Atléticas ( IAAF, por sus siglas en inglés), Koch permanece con las dos mejores marcas de todos los tiempos. Un sinsentido si consideramos que el organismo ha sido implacable con el sistema de dopaje de Rusia de esta década.

    Los tiempos de Koch para muchos especialistas no se pueden alcanzar sin el uso de sustancias prohibidas. Eid Naser tiene ahora la palabra para probar lo contrario, en medio de reglas y métodos de detección mucho más estrictas de dopaje que las que hubo en la Guerra Fría.

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