Tenis

    Arthur Ashe: más allá del tenista afroamericano más exitoso de la historia

    A 27 años de su muerte, recordamos al visionario y activista político como un alma infatigable en un mundo de injusticias.

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    Por:
    Juan Regis.

    Arthur Ashe levanta el trofeo en Wimbledon.

    Imagen AP
    Arthur Ashe levanta el trofeo en Wimbledon.

    Arthur Ashe se resiste a quedar en una mera labor descriptiva, aunque no menos trascendental, de sus logros en el tenis como afroestadounidense en su tiempo y el nuestro.

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    Nacido en Richmond, Virgina, Ashe es el único tenista estadounidense de raza negra en toda la historia que ha conquistado dos Grand Slam: Wimbledon y US Open.

    Es decir, hay un antes y un después de 1968 y 1975, años en que se coronó en Forest Hills y Londres.

    Y la lista continúa.

    Ashe, el primer tenista afroamericano en subir al primer peldaño de la clasificación mundial; el primero en ser seleccionado al equipo de la Davis Cup; el primero que aseguró su lugar en el Salón de la Fama del Tenis.

    Pero hablar solo de lo que consiguió en el ‘deporte blanco’ es hablar a medias del hombre y personaje que fue.

    Escritor, activista, visionario y también víctima de los infortunios de la vida, Ashe compartió el empuje reacio que caracterizó a las minorías negras en la Unión Americana durante la lucha por los derechos civiles.

    Se le veía en mítines, guiando e incitando a no bajar las manos ante el asedio y la ignominia de los otros que no eran los suyos. Promovió programas sociales por medio del deporte en beneficio de los jóvenes. Ayudó a la creación de la Asociación de Tenistas Profesionales (ATP). No calló ante el racismo del apartheid en Sudáfrica ni ante el inhumano trato de su gobierno hacia los refugiados haitianos.

    Solo el virus del sida pudo frenar su cuerpo y la energía que alimentaba su noble quehacer.

    Fue en 1979 cuando sufrió un paro cardíaco que lo alejaría del tenis. Se sometió a cirugía, pero cuatro años después se sometió a otra operación de corazón y recibió una transfusión sanguínea donde contrajo VIH.

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    Ashe se guardó la tragedia para él solo durante varios años hasta que en 1992 contó abiertamente que estaba enfermo de muerte. Un año después, a los 49 años, partía de este mundo.

    Pero incluso durante el periodo que le vio luchar contra su cuerpo, Arthur Ashe no renunció a su propósito de vida: escribió tres volúmenes sobre la historia de los atletas negros, A Hard Road to Glory; fungió como promotor de la American Heart Association y ayudó a crear conciencia en torno al sida.

    Su entrega hacia los demás queda resumida en una bondadosa cita de su autoría sobre el significado de dar sin esperar a recibir:

    “El heroísmo verdadero es notablemente sobrio, desprovisto de todo drama. No es el ímpetu por sobrepasar a los demás al costo que sea, sino el impulso de servir a los otros sin importar lo que cueste”.

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