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    Ricardo Otero | La visión de los vencedores

    El análisis de la Final del Mundial Sub 17 debe ser más amplio que la discusión del penal.

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    Por:
    Ricardo Otero.


    Imagen TUDN

    Ocurrió dos veces en Brasil, en los minutos finales del partido, cuando México lo ganaba 1-0 y lo terminó por perder 2-1 y con un penal de por medio.

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    No es la misma película, pero cuando vemos señales parecidas en eventos diferentes pensamos que estamos destinados al sufrimiento y a la derrota en el momento clave. Pasó en el Mundial de Mayores de 2014 y en el Sub 17 de 2019.

    En ambos, la proclama desde el purgatorio de los caídos fue la misma:

    No era penal.

    Pero… Sí era. Los dos, de hecho, lo eran.

    Hay dos verdades irrefutables respecto a las faltas marcadas a Rafael Márquez en 2014 y Alejandro Gómez en 2019: Márquez pisó en la punta del pie a Arjen Robben y Gómez le pegó a Veron en el pie derecho, ambos al llegar tarde a disputar un balón.

    Robben y Veron exageran en la caída. Eso también es cierto. Pero el reglamento sanciona que haya contacto, más allá de alguna actitud histriónica -debatible siempre- de la víctima de la falta.

    La autocompasión mexicana a veces ciega y hay que ponerse del lado de los vencedores para sacar una mejor renta de lo que pasa. La historia a nivel mundial de la Final del Mundial Sub 17 es la de un equipo que se levantó de un 1-0 en contra al minuto 82 y remontó para proclamarse campeón, no la de una víctima de un supuesto error arbitral.

    Ha ocurrido a la inversa. La historia que hemos comprado en México de la medalla de plata en marcha de José Pedraza en 1968 es la de un cierre furioso de un mexicano valiente ante su público en el que subió de tercer a segundo lugar a solo un par de pasos del ganador del oro, cuando para la prensa internacional y para los libros que registran la historia olímpica hubo y hay legítimos cuestionamientos sobre si Pedraza debió ser descalificado.

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    Que me perdone el recién fallecido historiador Miguel de León Portilla por usar y hacerle una modificación al título de una de sus obras para el encabezado este texto, pero más que voltear con la visión de los vencidos o de los vencedores, hay que hacerlo con la de la verdad. El penal de Alejandro Gómez fue marcado con apego a reglamento y sin el VAR se habría cometido una injusticia hacia la selección de Brasil.

    Pero aún con el empate que significó esa decisión, México llegaba a la tanda de penales con un portero que ya había comprobado su valía desde la línea de gol.

    Podemos tomar el camino de la victimización, que a la larga no suma y nos instala, por paradójico que parezca, en la zona de confort de siempre encontrarle una excusa a la desgracia.

    O podemos voltear a ver lo que realmente pasó: que un grupo de chicos sobre los que se depositaron pocas esperanzas hace unas semanas tuvo en jaque a una potencia del futbol mundial en su territorio, que se levantó de una derrota al inicio del torneo y que demostraron que tienen personalidad ante cualquier adversidad.

    En 14 años, México suma cinco Semifinales categoría Sub 17, cuatro de ellos clasificados a la Final y dos campeones; tres selecciones Sub 20 clasificadas a Cuartos de Final, con una de ellas como tercer lugar, además de la medalla de oro olímpìca de Londres 2012.

    En cambio, a nivel Mayor, desde 1994 México no pasa de los Octavos de Final y algunos de los que se toparon con esa pared son artífices del éxito juvenil, como Raúl Gutiérrez y Juan Carlos Chávez.

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    Algo aprendieron ellos que abonó al éxito de su futbol tres lustros -o más- después. ¿Qué ha aprendido el balompié mexicano en 14 años de éxitos constantes en juveniles?

    Será poco si seguimos repitiendo como mantra que no era penal.

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