Mañana toca Panamá y Dely Valdés
Este debe ser el único pensamiento, pongamos que por las siguientes 24 horas en el seno del Tricolor; Panamá es el inmediato contrincante camino a Brasil 2014 y debería ser una obsesión sin temores, sin esa presión agobiante que endurece los músculos cuando el objetivo es tan trascendental para el balompié azteca como en esta oportunidad.
Para ello, el miedo, el pavor al fracaso, debe ser erradicado de un sistema donde la serenidad y la confianza tienen que primar en cada jugador mexicano para buscar la victoria ante los Canaleros.
Julio César Dely Valdés, el estratega panameño, ha tratado de poner en práctica tantas bazas del juego como se le puedan permitir a alguien que se ve necesitado de urdir las artimañas propias de un adversario preocupado, sabedor de sus limitaciones en el poderío futbolístico.
Él, seguro, ha pensado que tratando de desestabilizar la entera situación con sus declaraciones, sembrando nerviosismo en el rival, le debería ser útil en el Estadio Azteca al mencionar socarronamente sobre qué himno nacional se tocaría previo al encuentro, conocedor de la polémica que encierra la convocatoria de los naturalizados argentinos a la Selección de México.
De allí, que al margen del buen momento futbolístico por el que atraviesa el conjunto de Dely Valdés, sus palabras en busca del desequilibrio psicológico del combinado mexicano deberían ser bloqueadas por la escuadra de Víctor Manuel Vucetich, y su concentración en lo meramente deportivo ser transformado en lo único valedero para el encuentro de mañana, sin siquiera hacer caso a los que tratan de desviar el verdadero objetivo.
Con una de las peores campañas mundialistas de los últimos tiempo, empatando a ocho unidades justamente con Panamá, México tiene la obligación en su propia casa de sacar la victoria sin miramientos, y para ello, debe abstenerse de cualquier situación que no signifique concentrarse en un triunfo.