Guadalajara

    ¿Ricardo La Volpe recorre el mismo trágico camino que Ignacio Ambriz?

    El director técnico del América llega al Clásico con serias dudas sobre su trabajo y sus resultados.

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    Por:
    Omar Carrillo.
    Publicado el 16 feb 17 - 08:57 AM CST. Actualizado el 16 feb 17 - 10:45 AM CST.

    @OmarCarrilloHH

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    En América, ya se sabe, la paciencia es un asunto subjetivo. Lo que para unos es apenas un respiro, para otros pueder ser una eternidad.

    E Ignacio Ambriz , antes, tanto como Ricardo La Volpe, ahora, se han visto envueltos en esa interpretación de tiempo cuando no de forma.

    Un aficionado jamás se pondría los colores del acérrimo rival, pero algunos futbolistas no han tenido problema en vestir las dos playeras.
    Ricardo Peláez, el ahora presidente deportivo del América, defendió los colores de Chivas de 1998 al 2000, antes fue jugador de América de 1986 a 1987 y de 1997 a 1998.
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    El emblemático ‘San Oswaldo’ fue portero del América de 1996 a 1999, después brilló con Chivas de 1999 al 2006, eso sin contar que fue formado por uno de los grandes rivales de Chivas, el Atlas.
    Ramón Ramirez es uno de los más criticados, siendo ídolo en Chivas, en una primera etapa de 1994 a 1998, vistió en los colores de América en 1999, anotando solamente tres goles. Volvió al Guadalajara del 2002 al 2004.
    El ahora director técnico Javier Aguirre jugó para américa en dos periodos: de 1979 a 1980 y de 1981 a 1984; posteriormente los colores de Chivas no le incomodaron y los usó de 1987 a 1993. Metió 32 goles con las ‘Águilas’ y 17 tantos con el ‘Rebaño’.
    ‘El grandote de cerro azul’, Carlos Hermosillo, estuvo en América de 1983 a 1989 y en el año 2000, con 104 goles a su favor, pero después, en el 2001, se fue a Chivas y les dio 25 goles.
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    Francisco ‘Maza’ Rodríguez es recordado en Chivas, se formó en el ‘Rebaño’ y jugó como rojiblanco de 2002 a 2008, triunfó en Europa y después regresó a México para firmar con las Águilas del América en el 2013. Con ambas instituciones fue campeón de la Liga MX.
    Luis Pérez se puso la playera del América en el año 2007 para acudir a la Copa Libertadores y en el 2012 firmaría con Guadalajara. 
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    Se esperaba que Pedro Pineda fuera el siguiente ‘Hugo Sánchez’, pero se quedó corto… cierto es que jugó en Chivas de 1991 a 1992 y después se fue al América de 1992 a 1995, salió del nido, y volvió de 1996 a 1997. 
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    El ‘Gusano’ Nápoles es muy recordado en Chivas por salir campeón y sus 44 goles durante dos etapas, pero fue jugador de América de 1998 a 1999. 
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    Cristian Ramírez pasó sin pena ni gloria por América y por Chivas, en ninguno de lo dos equipos hizo gol. Con Chivas jugó de 2003 al 2004 y con las ‘Águilas’ jugó de 2005 al 2006.
    El ‘niño de oro’, Luis García, fue formado en los Pumas pero lo disfrutaron América de 1994 a 1997 y Chivas de 1998 a 1999. Anotó 33 goles enfundado en el color amarillo y 15 con los rojiblancos.
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    Álvaro Ortíz no es de los futbolistas más recordados, pero en su momento fue criticado por irse al América en el 2002 después de jugar con Chivas en el 2000.
    Ignacio Hierro no era precisamente el más estético futbolista, pero con el fútbol que tenía le alcanzo para estar en América de 1997 a 1999 y en Chivas de 1999 al 2000, un cambio directo que causó polémica.
    Aunque usted no lo crea, Edoardo Isella sigue en activo, juega en el Halcones de Honduras, pero en el 2000 fue jugador de Chivas y en el 2008 firmó con América.
    Un aficionado jamás se pondría los colores del acérrimo rival, pero algunos futbolistas no han tenido problema en vestir las dos playeras.
    Rafael Márquez Lugo no tuvo un buen paso en América en el 2008 y tuvo algunos buenos destellos cuando estuvo en Chivas en el 2012, lo cierto es que nunca cuajo como se esperaba lo hiciera.
    El ‘Chuy’ Mendoza jugó con Chivas de 1999 al 2000, después se fue al América, ahí estuvo del 2000 al 2002 y del 2003 al 2005. 
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    Una peculiar sonrisa le dio su apodo al ‘Tiburón’, Joel Sánchez fue de Chivas de 1991 a 1999, pasó al América de 1999 al 2000 y después al cuadro tapatío de 2001 a 2003. 
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    Imagen Mexsport
    Un aficionado jamás se pondría los colores del acérrimo rival, pero algunos futbolistas no han tenido problema en vestir las dos playeras.

    Han sido - y siguen siendo- juzgados bajo las leyes empíricas y únicas que se posan sin remedio en Coapa, y sus alrededores. Tan futbolísticas como viscerales e inexplicables para otros lares menos convulsos y propensos al escrutinio de propios, y extraños. Y al interior del club, se las creen todas.

    Hace tan solo unos meses, Ambriz tenía 11 unidades luego de la fecha seis del Apertura 2016. En ese lapso, únicamente perdió un partido de seis (Tigres) ganó tres (Chiapas, Toluca y Veracruz) y empató en dos ocasiones (Morelia y Puebla). O sea cuatro puntos más y dos derrotas menos que los números actuales de La Volpe.

    Pero existía permanentemente una sensación de que el juego en turno era el último para el mandamás mexicano -siempre echándole en cara sus criticos desde cualquier rincón imaginario o no un tipo de fútbol poco vistoso, sin chiste y carente de pegada en el campo y en la tribuna-. Iba Ambriz de resultado en resultado, de angustia en angustia.

    Y entonces llegó el Clásico ante Chivas. Las Águilas lo vivieron de la peor manera posible. Con una goleada de 3-0 en su contra con un juego nefasto y triste para su causa. Pero la guillotina quedó en su lugar y lejos del cuello de su entonces director técnico. O al menos eso parecía.

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    Una semana más tarde, América le ganó al Cruz Azul. Lo hizo de manera heroica y los cantos de los futboleros convulsos se silenciaron. Porque fue una victoria que quedó registrada en los anales luego de regresar de un 3-0 impensable. Eso le ganó apenas tiempo - un mínimo respiro o una eternidad, vaya usted a saber- a Ambriz al frente del equipo.

    Para pintar completo el escenario, en la jornada ocho perdió 2-0 ante el León en el Estadio Azteca. La delgada y pobre línea - y nunca fácil de establecer- de la paciencia en Coapa se cruzó sin remedio

    Ricardo Lo Volpe, como Ambriz, ha sido envuelto desde el inicio de su gestión por las voces -reales o imaginarias- de la retórica americanista.

    Han puesto en duda su hoja de vida y su capacidad técnica e histórica (incluso le han llamado acabado) para estar al frente del equipo.

    Si acaso hubo días felices, que fueron pocos, ya pasaron. Y las dudas sobre su trabajo -de nuevo reales o imaginarias- saltan por doquier desde los rincones más insospechados como si de película de terror barata (predecible y sin gracia) se tratara.

    Ricardo Pelárez salta cada dos pasos -como ocurría también con Ambriz- para defender su trabajo. En la víspera de un nuevo clásico, La Volpe pisa el mismo escenario que Ambriz hace tan solo cinco meses, aunque con menos puntos.

    Un triunfo o una derrota, le puede garantizar un respiro o una eternidad -otra vez según sea el punto de vista- al frente del equipo. Y de ahí de nuevo saltamos a la subjetividad de la paciencia americanista y sus leyes empíricas y únicas.


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