Desde las 11 de la mañana el América ha sido arropado por una afición desbordada en pasión, que no dejó que las vallas frenaran su euforia por alentar a sus ídolos afuera del hotel de concentración.
Una fiesta se vive en el hotel del América previo a la Final con Monterrey
Porras, cánticos, bombas de humo azulcrema y baile, adornan la salida del equipo rumbo al Estadio Azteca.
Las inflatables banderas dieron vida al inmueble; Chucky, el muñeco diabólico, hizo su aparición en una sillita para convertirse en el máximo atractivo de una espera larga por la salida de los jugadores.
Transcurría el día y la gente lucía incansable. Conforme se acercaba la hora del juego, la emoción crecía. Afuera, los gritos retumbaban; adentro, los huéspedes que vinieron desde varios puntos del país y los Estados Unidos, se tomaban fotos con Miguel Herrera mientras le pedían el título.
Pasadas las cuatro de la tarde llegó la porra del América, enfundada en playeras y mantas que hacían espectacular su arribo al ritmo de los bombos, cánticos y humo azulcrema.
Baile, porras, fiesta al por mayor, eso era el hotel de concentración Águila, que estaba repleto de familiares de jugadores y un ambiente de confianza que irradiaban rumbo a un juego donde la remontada, con tantos antecedentes positivos, era el único escenario pensado por los seguidores del americanismo.