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    Mundial Rusia 2018

    Día 9 | Comida rusa vs. comida mexicana

    El mismo día tuvimos la oportunidad de probar la gastronomía rusa tradicional y la versión de la mexicana en el país sede de la Copa del Mundo. Este es el resultado.

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    Por:
    Ricardo Otero.

    Entrada al restaurante ruso Yat en San Petersburgo.

    Imagen visit-petersburg.ru
    Entrada al restaurante ruso Yat en San Petersburgo.

    SAN PETERSBURGO.- Al ir a un país lejano, probar la gastronomía local es una obligación.

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    El vértigo de una cobertura de Copa del Mundo obliga a comer donde uno caiga y si por algo se caracteriza Rusia es por la variedad de cocinas internacionales que hay, por lo que solo hay que buscarle un poquito para encontrar un restaurante mexicano. El problema es que a veces no tenemos tiempo para hacer esa búsqueda.

    Afortunadamente aquí en San Petersburgo encontramos rápidamente un restaurante de auténtica comida de este país, uno de los tantos establecimientos de sótano que hay aquí.

    Lo primero que probé fue un borsch, una sopa rusa de betabel con trocitos de carne molida y tiras de zanahoria y cebolla. Muy recomendable. Se le puede agregar crema ácida y acentúa el sabor.

    Después, un zraza, que es en realidad un pollo empanizado con huevo cocido. El problema es que a este humilde reportero algo le debió pasar en su infancia y puede comer cualquier clase de huevo excepto el cocido, pero como when in Russia… pues me lo comí y descubrí que tal vez perdí muchos años de mi vida, vaya, nada súper extraordinario, pero el trauma de crío fue superado. Por lo demás, el pollo no sabe a pollo occidental, pero tampoco sabe mal.

    Ah, y por cierto, a los rusos les encanta el pure de papas y lo sirven en cantidades industriales como guarnición.

    La bebida fue un kvas, una bebida hecha con pan fermentado, su aspecto es similar al de un refresco de cola, pero su sabor al de una malta.

    Para la cena, el destino me puso cerca de un restaurante mexicano en pleno centro. Aquí sí, como especialista, la evaluación debió ser más rigurosa.

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    Lo primero que deben saber es que lo que hace inigualable a la comida mexicana son sus ingredientes y encontrarlos lejos de casa es casi misión imposible. Pedí una sopa azteca que resultó ser curiosa, con mucha cebolla y bolitas de queso empanizadas. Me quedé esperando la tortilla frita.

    El plato fuerte fue uno de enchiladas con pollo. Aquí sí el pollo me supo al pollo que conozco, la salsa era más parecida a la de unas de estilo suizo y lo que sí me rompió un poquito el corazón fue que estaban gratinadas con queso amarillo.

    Probablemente infieran al llegar a este punto que el estilo es más tex-mex que del centro de México. Lo que sí tiene es que la decoración es un intento muy noble de replicar lo mexicano y en verdad no lo hacen mal, pues sobresale una cantina cerca de la entrada que es lo primero que se ve al ingresar.

    Ahí luego les platico si la shawarma se parece al taco al pastor, pero a este humilde trovador le sigue urgiendo una gran dosis de queso oaxaca.

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