Conor McGregor se entregó a las autoridades y fue arrestado, puesto bajo custodia por la Policía de Nueva York. Entre los cargos que enfrentan McGregor están tres cargos de delito menor y un cargo de delito grave, vandalismo, lesiones y delito contra la propiedad, daños estimados en unos $8,000 dólares. Pese a ello , The Irish alcanzó una fianza de $50,000 dólares para afrontar los cargos en libertad.
McGregor, detenido y acusado de lesiones y delito contra la propiedad por la Policía de NY
El irlandés perdió la cabeza, lastimó a compañeros de profesión y existe la posibilidad de que pueda ir a prisión tras entregarse a las autoridades.
McGregor simplemente no pudo con el anuncio que se dio en el Barclays Center de Nueva York por parte del presidente de la UFC, Dana White, en el que lo despojaba del cetro ligero. El irlandés irrumpió en las instalaciones acompañado de un séquito de personas y tras descubrir que la reunión había ya terminado se enfureció y fue directamente a los autobuses en los que estaban los peleadores que serían los protagonistas del UFC 223.
McGregor comenzó a lanzar objetos al autobús, rompió una ventana y le causó heridas a Michael Chiesa y a Ray Borg, quienes no podrán sostener sus peleas ante Anthony Pettis y Brandon Moreno respectivamente. Además, resultó lesionado un empleado de la promotora, a quien le rompieron un nudillo.
No solo McGregor realizó una serie de destrozos, posteriormente escapó, en un acto genuino de vandalismo; como era de esperarse la Policía reaccionó de inmediato y comenzó la orden de captura para el luchador de las artes marciales mixtas.
El presidente de la UFC, Dana White, condenó los hechos: " Esto es lo más asqueroso que me ha pasado en la historia de la compañía. Hay una orden de aprehensión para McGregor en este momento. Su avión no puede salir del aeropuerto, no puede salir del estado, lo van a demandar muchas personas".
Algunos sostenían que se trataba de un asunto de Marketing para que se hablara de la UFC, de McGregor, de las próximas peleas, etc. Incluso se dudaba que existiera una detención para el irlandés. Sin embargo, el tema ha rebasado los límites.
Durante mucho tiempo Conor McGregor ha sido un espectáculo, dentro y fuera del ring, en las conferencias de prensa ha sido habitual ver a un peleador explosivo y sin respeto para sus rivales, como cuando insultó a José Aldo y lo llamó “enano” y le arrebató el cinturón ante los medios de comunicación, o cuando a Nate Díaz y a su equipo le aventó botellas de agua que pudieron haberlos descalabrado; el tema de Mayweather se cuece aparte. En esta ocasión McGregor cruzó el límite y su locura lo tiene con un pie rumbo a una condena, sin el apoyo de la UFC y con la crítica de varios compañeros de profesión tras lastimar a dos contendientes con sus acciones.
Es difícil determinar si lo que hizo McGregor se debe a una ira descontrolada o si se trata de un simple acto de locura, pero tras probar las mieles de la UFC, el irlandés a causado un daño importante a quienes lo apoyaron, a su empresa, a sus amigos a quienes hizo participes de los hechos, a su imagen como peleador, a sus colegas de profesión y por supuesto a él mismo, ya que una condena es una mancha indeleble que lo podría perseguir el resto de sus días.