Día de la Mujer

    Discriminación, disfraces y nulo desarrollo: el deporte femenino en Medio Oriente

    Las deportistas y aficionadas de algunos países de Medio Oriente no solo deben vencer los prejuicios comunes, sino a los rígidos preceptos religiosos que relegan a su género.

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    Por:
    Ricardo Otero.


    Sarah Attar llegó 42 segundos después de la ganadora de su eliminatoria en los 800 metros planos de Londres 2012. Con un traje que le cubría la cabeza, habría pasado desapercibida en la historia excepto por una cosa:

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    Fue la primera mujer de Arabia Saudita que participó en unos Juegos Olímpicos, en 116 años desde que el barón Pierre de Coubertin revivió la antigua tradición griega y 40 después de que el primer hombre de su país compitiera.

    Attar fue la última en cruzar la meta del último heat. Eso no impidió que la ovación que recibió fue mayor incluso que la de la ganadora. Arabia Saudita es un país donde históricamente y por principios religiosos la mujer está subyugada al hombre en todos los aspectos.

    Cuatro años después compitió en el maratón de Río 2016. En ninguna de las dos ocasiones tuvo las marcas para clasificar, pero recibió invitaciones del Comité Olímpico Internacional. De hecho, si practica deporte, es porque nació y reside en los Estados Unidos, pero compite por la nación de su padre. En Arabia Saudita solo un periódico consignó su participación en Londres 2012 y fue condenado por la opinión pública.

    Sarah Attar, durante la inauguración de Londres 2012.

    Imagen Getty Images
    Sarah Attar, durante la inauguración de Londres 2012.

    En el Mundial de Rusia 2018, pasaría desaparcibida la escena de ver aficionadas al fútbol en las gradas de un estadio, pero... Si se trataba de iraníes en un partido de su selección, fue todo un hito.

    En el Estadio Nacional de Teherán y en cualquier inmueble de Irán está prohibido que ingresen mujeres desde 1981. Solo disfrazadas y tentando al destino podían hacerlo, como se atrevieron cinco aficionadas el 30 de abril para la Final de la Liga local.

    En las gradas de Rusia se vieron pancartas exigiendo que se revoque esa medida. Para ellas, la experiencia de ver a su selección sin una televisión de por medio fue algo nuevo y sirvió para confirmar -o desmentir- lo que se imaginaban: los gritos de la multitud a manera de estruendo de tormenta y la emoción de la energía desbocada al celebrar un gol.

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    En la televisión de su país, se cortaba la imagen cuando aparecían ellas alentando. Un mundo surrealista para la antigua Persia y sus rígidas leyes religiosas.

    Aficionados iraníes, hombres y mujeres, en el partido de su selección ante Portugal en Rusia 2018.

    Imagen Getty Images
    Aficionados iraníes, hombres y mujeres, en el partido de su selección ante Portugal en Rusia 2018.

    Kiran Khan fue la segunda mujer paquistaní en competir en la natación de unos Juegos Olímpicos, pero ella, según reporta The New York Times, debió disfrazarse de hombre para entrenar en un club que prohibía la entrada a mujeres desde la pubertad. Durante tres años, de los 12 a los 15, llevaba el cabello corto y un traje de baño completo para engañar a todos.

    A los 18 se lanzó a la piscina del Cubo de Agua de Beijing, en 2008. Fue sexto lugar de su heat eliminatorio, pero el honor de ser uno de los 10 mil 500 seres humanos, en un mundo de 7 billones, en estar en aquellos Olímpicos, lo valió todo.

    ¿Era necesario ocultar su género en la adolescencia temprana para llegar ahí?

    Kiran Khan, a los 12 años de edad.

    Imagen Getty Images
    Kiran Khan, a los 12 años de edad.

    El Comité Olímpico Internacional ha aprendido a lo largo de su historia que debe mantenerse en una posición política neutral, tras las lecciones de los nazis en Berlín 1936 y los constantes boicots que se presentaron de 1976 a 1988, pero en temas raciales y de género mantiene la lucha por la equidad y la no discriminación.

    Mientras en Atenas 1896 no hubo participación de mujeres -como, de hecho, en los Juegos de la Antigua Grecia-, 120 años después el 45 por ciento de las participantes fueron del género femenino, pero con la novedad de que todas las delegaciones, las 207 -incluida la de atletas independientes-, tuvieron mujeres.

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    Sin embargo, en las naciones musulmanas el camino es largo todavía. No solo hay que vencer los estereotipos comunes, sino también vencer los preceptos religiosos que relegan el rol de la mujer en la vida cotidiana a algo menos que lo secundario.

    Llegará el día en el que los medios de aquella región sin excepción consignen las proezas de sus heroínas, que no tengan que disfrazarse de hombre y tengan las herramientas para desarrollarse de tal manera que no necesiten invitaciones para asistir a los Olímpicos, sino que clasifiquen por méritos deportivos.

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