Juegos Olímpicos

    Memoria México 1968: Pilar Roldán, mosquetera, primera abanderada y primera medallista

    Como una obra del destino, Pilar Roldán fue pionera en dos momentos olímpicos para las mujeres mexicanas, aunque con ocho años de diferencia.

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    Por:
    Ricardo Otero.
    Publicado el 20 oct 18 - 02:15 PM CDT. Actualizado el 20 oct 18 - 02:15 PM CDT.

    Pilar Roldán compitió en tres Juegos Olímpicos.

    Imagen Comité Olímpico Mexicano
    Pilar Roldán compitió en tres Juegos Olímpicos.

    Dicen que la pluma es más poderosa que la espada y algo así le pasó a Pilar Roldán, quien se encontró con el destino gracias a un clásico de la literatura, Los Tres Mosqueteros de Alexandre Dumas.

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    Fue tal la impresión al leer las aventuras de D'Artagnan, Athos, Porthos y Aramis, que la pequeña promesa del tenis de 10 años de edad poco a poco fue dejando la raqueta por la espada, se ponía la capa para jugar a ser sus héroes del siglo XVII y hasta contagió a su familia.

    Su padre, Ángel 'El Güero' Roldán, representó a México en la Copa Davis en los años 30 y su madre, María Tapia, fue triple medallista centroamericana, pero para los Juegos Panamericanos México 1955, Pilar Roldán, Ángel Roldán y María Tapia desfilaron por la pista del flamante Estadio Olímpico Universitario como parte de la delegación anfitriona.

    Al año siguiente, Pilar participó en los Juegos Olímpicos de Melbourne con 17 años recién cumplidos.

    En los Centroamericanos y del Caribe de 1959, en Caracas, obtuvo bronce en florete individual y plata en la modalidad por equipos junto a su hermana Lourdes. Al año siguiente, se convirtió en la primera abanderada mexicana en unos Juegos Olímpicos, en Roma, al frente de una delegación en la que también desfiló su padre.

    Dos años después, en los JCC de Kingston 1962, obtuvo platas en ambos torneos, pero el presidente del Comité Olímpico Mexicano, Jesús Clark Flores, decidió que el país no competiría en el deporte de las espadas de Tokio 1964 porque "no tenían calidad".

    Para entonces, México ya había ganado la sede de los Olímpicos de 1968.

    Ya no sería con sus padres, sino con su hermana que Pilar desfiló en esta inauguración. Tampoco con la bandera, pero a ocho días de la apertura el destino le tenía un honor más grande.

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    Cuando quiso enfocarse por completo al esgrima, a los 13 años de edad, sus padres no dudaron incluso en instalarle una pista en casa y darle todo el equipo necesario para la práctica.

    El 19 de octubre, Lourdes y Pilar empezaron el torneo de florete con suertes completamente diferentes: la primera, eliminada en el Grupo 3 sin victoria y con cinco derrotas, mientras que Pilar avanzó segunda en el Grupo 5 con apenas un descalabro.

    En la segunda ronda, ahora con cuatro pools también en modalidad round robin, Pilar fue segunda del Grupo 1, que terminó con un cuádruple empate en la cima con tres victorias y dos derrotas.

    Al llegar a la ronda final con seis esgrimistas, las posibilidades de Roldán parecían diluirse: cayó ante la soviética Elena Novikova y la húngara Ildiko Ujlary, pero sus victorias ante otra soviética, Galina Gorokhova y la francesa Brigitte Gapais, le dieron la oportunidad de pelear por una presea en su combate final ante la sueca Kerstin Palm.

    "Me fui delante y ella me alcanzó; dicen que la gente estaba alborotada, pero yo me sentía aislada y no escuché nada. Hice un toque y así aseguré la medalla, que después supe que era de plata detrás de Novikova, porque tenía mejor diferencia de golpes que la húngara", contó a la agencia EFE en una entrevista.

    Roldán tuvo 17 toques a favor y 14 en contra, por 14-16 de Ujlary. Gapais y Palm, con dos victorias y tres derrotas, quedaron fuera de las medallas.

    Fue la primera vez que una mujer levantó la bandera mexicana en una ceremonia de premiación de unos Juegos Olímpicos y la segunda vez en México 1968 que los anfitriones se presentaban en el podio, después de la hazaña de José Pedraza.

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    Madre de dos hijos, Pilar Roldán dejó el deporte de alto rendimiento después de ganar su presea para enfocarse en su maternidad. Volvería 15 años después para ganar el oro en el Mundial de veteranas en Toronto, en 1983.

    Dos días después de ganar su presea, María Teresa Ramírez, con apenas 14 años de edad, logró un sorpresivo bronce en los 800 metros libres de la natación y pasaron casi 32 años para ver a otra mujer mexicana en un podio olímpico, finalmente un oro, el de Soraya Jiménez en Sydney 2000.

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