Raúl Méndez | Super Euro

Hace dos meses Florentino Pérez, cual iluminado, prometió tener la fórmula para “salvar al futbol” de la crisis económica como consecuencia del Covid.

En realidad, se trata de un plan que solo busca privilegiar y perpetuar el poder de los grandes clubes europeos sin la menor competencia y que ve en la desgracia una oportunidad para saciar sus intereses.

La Euro 2020 ha salvado realmente al futbol que se confirma como el deporte que mueve al mundo desde el televisor ante la imposibilidad de llenar estadios.

Y lo ha hecho gracias a los verdaderos protagonistas del juego, los futbolistas, quienes detrás disponen de un personal, igual de valioso en todas las áreas, que pretende reactivar a la industria del futbol en plena pandemia.

No hay duda que las potencias económicas disponen del mejor nivel de juego que se pueda ver y disfrutar.

Esta versión excepcional e itinerante del torneo ha sido impredecible en la cancha. Los grandes candidatos al campeonato, Francia y Portugal, se han vuelto a casa eliminados en los Octavos de Final. El Grupo F efectivamente fue el de la muerte porque nadie sobrevivió tras la primera ronda de eliminación directa con la marcha de Alemania que vio el final de un ciclo con Joachim Löw.

También se acabó la breve etapa de Frank de Boer al frente de los Países Bajos luego de una dolorosa eliminación a manos de los checos. Un fracaso más para el mellizo que desde su salida del Ajax deambuló por Inter de Milán, Crystal Palace, Atlanta United y ahora la Oranje.

Entre los ochos sobrevivientes pocos hubieran apostado por Ucrania, Suiza y República Checa. En la mente de Florentino nunca sería posible.

Dinamarca se volvió el favorito emocional tras el triste episodio de Christian Eriksen que, debido a la oportuna intervención de los médicos, tiene todavía una vida por delante junto a sus seres queridos. Simon Kjaer y Kasper Schemeichel fueron ejemplo de verdadero liderazgo por cómo manejaron la crisis siempre pensando en su compañero en desgracia.

Los talentosos daneses han mostrado resiliencia en una campaña dedicada a Eriksen.

De los grandes quedan en batalla Bélgica, Italia, España e Inglaterra.

Hasta parece que el torneo fue concebido por la mente maestra de Danny Boyle, el afamado director de cine inglés y quien nos regaló una de las ceremonias de apertura más entrañables en Londres 2012.

Verdaderamente “Football's coming home” porque Inglaterra tiene el sendero marcado para llegar a la final de Wembley y, de conseguirlo, los que reglamentaron el juego habrían jugado seis de sus siete partidos en casa.

Los obstáculos para llegar a la final son los ucranianos, checos y daneses.

El agarrón está en la parte alta de la siembra. De entrada chocan Bélgica e Italia, la selección número uno del ranking de la FIFA contra la Nazionale de los récords nacionales y mundiales, como si anticipara la llegada de los JJOO por aquellos de las marcas.

Sin duda pudo ser la final pero en el sorteo ya se sabía que como líderes de grupo iban a enfrentarse en esta ronda.

Queda también la España de Luis Enrique, la misma que amenazaba con volver tras endosarle a Alemania la peor derrota de su historia en la Nations League pero que llegó a esta Euro sin la confianza de su afición y no es para menos.

Una primera ronda decepcionante en la que no aprovechó su condición de local frente a rivales de menor jerarquía como Suecia, Polonia y Eslovaquia. En octavos sufrieron para dejar fuera a Croacia en tiempo extra.

Si somos fríos en el balance no enfrentarán a un equipo de mayor exigencia hasta las semifinales cuando se crucen con Bélgica o Italia y ahí se verá para qué estará la España sin los jugadores del Real Madrid que preside Florentino.

Cuídense mucho, ¡por favor! No se confíen y hasta la próxima semana.