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    Liga MX

    Deporte Capital | Las barras alejaron a los aficionados de los estadios de la Liga MX

    La agresividad de las barras ha alejado al público de los estadios, pero las autoridades de la Liga MX evitan dar soluciones eficaces al problema.

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    Por:
    Ricardo Otero.


    Imagen TUDN

    En el periodismo, una de las máximas es contestar al menos cinco preguntas para poder decir que estamos dando la nota: ¿qué?, ¿quién?, ¿cuándo?, ¿dónde?, ¿por qué? Yo suelo decir que hay otra dos igualmente importantes: ¿cómo? y ¿para qué?

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    Cuando se trata del caso de las barras en México, la pregunta que menos nos hacemos, pero que en realidad es la más importante es ¿para qué?

    ¿Para qué existen?

    Quienes vivimos el futbol mexicano antes de la llegada de las barras podemos acordarnos no solamente de llegar y salir con la tranquilidad de sentirse libres y sin amenazas, sino también de ver estadios llenos. Después, sin darnos cuenta, empezamos a ir como si fuera una excursión a una selva: había que saber rutas y horas de acceso y retiro sin encontrarse con barristas.

    Un día fue necesario ir con un guía al estadio. Y no ha llegado el momento de que termine esa necesidad.

    Luego, supimos que había peleas entre barras afuera del estadio. Eviten esas zonas. Lo aceptamos, siempre y cuando no se metieran con el “aficionado de a pie”, como si pensábamos que eso no llegaría a pasar.

    El problema no es tener a un grupo de personas cantando y alentando los 90 minutos del partido. Pensar eso es un sinsentido. El problema es darles poder, pensar que ellos son la base de la afición al equipo y apoyarlos económicamente sin exigirles un estándar mínimo de comportamiento que no aleje al resto.

    Como si, aún quitando eso, la experiencia de ir a un estadio de futbol en México no fuera suficientemente mala.

    A finales de los años 80, América llenaba cada 15 días el Estadio Azteca, que entonces tenía 20 mil lugares disponibles más que ahora. Hoy, ni siquiera el Clásico contra Chivas asegura un lleno. Un juego de Liguilla era lleno seguro, hoy ni siquiera una Semifinal lo es.

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    Quienes vivimos al futbol mexicano como un espectáculo familiar, no necesitamos revisar datos para saber que menos gente va al estadio, pese a que la población nacional aumentó poco más de 50% de 1990 a 2020.

    Mikel Arriola, presidente de la Liga MX, quiso hacer una distinción entre barras y grupos de animación, pero en este país, esa línea ya se difuminó. “Grupos de animación” es un eufemismo para nombrar a las barras, como lo es “quinto partido” a los Cuartos de Final de un Mundial.

    En México da miedo llamar a las cosas por su nombre.

    ¿Qué se puede hacer?


    En 1992, la naciente Premier League se enfrentó a sí misma: a los estragos de los hooligans que le dieron fama al futbol inglés de peligroso, pues muestras no faltaban, con la tragedia de Heysel, justo antes de la Final de la Copa de Europa de 1985, donde una trifulca entre hooligans y tifosi acabó con la vida de 39 personas, lo que provocó la expulsión de clubes ingleses de competencias europeas por seis años.

    Erradicar el hooliganismo requirió de mano dura, de llamar las cosas por su nombre y de tomar acciones concretas. Pero sobre todo, de acciones permanentes. A la fecha, aún se fichan personas con malos comportamientos incluso para viajar a destinos en otros países donde jueguen clubes y selecciones ingleses.

    Ninguna medida es infalible, pero basta ver partidos del futbol inglés para envidiar los estadios llenos y los niños en las gradas.

    Eso de lo que las barras nos han alejado.

    En alianza con
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