Un derechazo de Arreola mandó al piso a su compatriota, pero no persiguió a su rival con los clásicos golpes de martillo, sino que lo dejó reincorporarse.
Un derechazo de Arreola mandó al piso a su compatriota, pero no persiguió a su rival con los clásicos golpes de martillo, sino que lo dejó reincorporarse.