Hoy les quiero compartir mi sueño. Un sueño que, cuando estaba por llegar a la mejor parte, de pronto se terminó, sin que yo pudiera hacer nada para detenerlo. Nunca llegó el final feliz. De hecho, se convirtió en una pesadilla que, hasta la fecha, todavía me atormenta.Después de tantos años de esfuerzo, de ser apoyado por mi familia, una familia de mucha lucha y entrega, unos padres que a los 3 hermanos nos dieron prácticamente todo, y dentro de ese todo, lo más importante ha sido cariño, educación e impulso para perseguir nuestros sueños.Todas las enseñanzas y maltratos durante 17 años dentro del fútbol se estaban transformando, estaban llegando al punto al que todo joven que ama este deporte aspira: por fin, llegaba la posibilidad de afianzarme como titular en Cruz Azul, el equipo de mis sueños, el equipo que por herencia de mi padre se convirtió en el mejor equipo del mundo.Maltratos, humillaciones, preferencias por encima de mí y claro, por qué no decirlo, alguna que otra palmada de aliento de muy pocas personas. Frases que increíblemente siguen resonando en mi interior, con la misma claridad que hace 30 años: “Tú no sirves, aquí necesitamos gente que tenga hambre”, “Prefiero a uno que desayune un gansito con refresco, a uno que desayune huevo con jamón”, “Hijo los que llegan en coche no sirven, hay que llegar caminando”.Dicen que recordar es volver a vivir, vaya que ese recordar, lejos de darme satisfacciones, me llena de tristeza, de nostalgia e incluso de odio.Qué medio tan difícil: envidias, oportunismo, injusticias... Claro que en mi andar, también pude construir para escalar algunos peldaños que formaron parte de mi sueño: ser considerado para selecciones nacionales; formar parte de ese Cruz Azul que ganó Liga, Copa, Concacaf; ser pretendido en el extranjero, cosas que para un joven de 19 años parecerían imposibles.Dicen que las cosas pasan por algo, pero yo sigo sin entender el desenlace de mi historia. Después de tanto esfuerzo combinando mis estudios con el fútbol, después de recibir tanto apoyo de mi familia. ¿Han visto los comerciales en donde la mamá se levanta muy temprano para hacer el desayuno o el papá deja de ir a trabajar para llevarte a entrenar? Créanme que es cierto, yo lo viví.Después de tantas cosas buenas y malas que viví en el maravilloso mundo del fútbol, llegaba el 19 de octubre de 1996, llegaba la noche previa al juego contra Atlante en el Azteca, empezaba el sueño. Recibí una llamada en donde me decían que me presentara el 21 de octubre con Selección Nacional para empezar la Eliminatoria, llegaron las felicitaciones de mis compañeros, así me iba a la cama, así me iba a dormir con toda esta información, ¡qué más podía pedir!20 de octubre de 1996 me levanté casi sin dolor, y digo casi porque llevaba meses con un dolor extraño, un dolor que iba y venía, pero que no me impedía jugar, ya hoy está por demás decir que el tratamiento que me dio el área médica no fue el correcto, la falta de experiencia solo maquillaba mi dolor, pero no resolvía de fondo un problema que se convirtió en una tragedia.Llegaba el momento, llegaba el minuto 7 aproximadamente y ¡pum! Sentí que algo o alguien me había pegado por detrás, debajo de la rodilla, y terminé en el suelo.Cuando busqué al culpable le dije de todo, le grité, lo insulté y su respuesta fue “Beto yo no hice nada, yo estaba a 10 metros de ti”. Era Martín Ubaldi. Nada cuadraba hasta que llegó el árbitro y me dijo: “Arriba Beto, el señor Ubaldi no te hizo nada, te caíste solo”, era Armando Archundia.Entró el doctor, el carrito “el carrito de las desgracias”, ahí supe por qué el término. Estando fuera de la cancha le dije al doctor: “fíjame, no quiero salir”, cuando el doctor empezó a fijarme no les quiero decir cómo estaba mi pie: “Doctor esto no es normal” dije yo, el doctor no sabía ni qué, su cara me dijo todo, el problema era grave, hizo una señal al palco, la señal que significaba, debemos ir al hospital.Hoy es un día muy especial para mí, de mucha nostalgia y dolor. Un día como hoy, hace 21 años, mi sueño fue interrumpido, desperté sin saber el gran final, no sé y nunca sabré si hubiera sido feliz... Me sigue doliendo como aquella vez, los compañeros se convirtieron en figuras, tuvieron grandes carreras y uno termina por aceptar el “Pude haber sido, pero nunca fui”.Hoy quiero compartir esta experiencia para que la gente que tiene sueños luche por ellos, ¡nunca se rindan! Pero que estén conscientes de que el sueño se puede interrumpir y hay que seguir adelante, el vacío de mi sueño interrumpido, el vacío de un sueño no cumplido, siempre me acompañará, pero ese mismo vacío, también me ha mostrado aquellas personas que realmente estuvieron y están conmigo.Muchas gracias a toda la gente que vive conmigo mi duelo, y les ofrezco disculpas porque al final, terminas arrastrándolos justamente por ese cariño.Hoy 20 de octubre, pero de 1996, sufrí la ruptura total del tendón de Aquiles de mi pierna derecha. Hoy, hace 21 años, me despertaron bruscamente de un sueño, de mi sueño, por el que tanto luché y al que siempre me entregué; hoy, igual que todos los días, me pregunto cuál hubiera sido el final.