No he encontrado a lo largo de más de dos décadas y media, un libro sobre periodismo que se refiera a cómo hacer para modular la emoción de la gente ante determinado estímulo.No lo he encontrado y ni siquiera existe un modelo a seguir para saber si como aficionado a determinados colores habrá que emocionarse o no, ilusionarse o celebrar hasta determinado punto.Como profesional de la comunicación deportiva asumo que luego de una jornada de Liga es imposible realizar algún juicio definitivo, sobre alguno de los contendientes de nuestra Liga.Síntomas a favor o en contra no son los suficientes, ni lo serán en las próximas semanas.De ahí, me resulta imposible pensar siquiera en recriminar o sugerirle a un aficionado a Cruz Azul no sentirse ilusionado con lo que ha visto de su equipo, o a un seguidor necaxista que no se entusiasme con sus juveniles rayos, menos a uno de Tigres que esté convencido que nuevamente son los grandes candidatos.Tampoco le reprocharía a un seguidor chiva pensar en que el equipo de sus amores presentará una mejor cara en el torneo, pese al debut en Tijuana, ni a un Puma el suponer que éste es, el torneo bueno en C.U.Ni a un americanista que hoy cree que lo sucedido el domingo frente a Necaxa fue solo una mala tarde o aquel que piensa que este fin de año es por fin el de Toluca o quien asume con fe, que sus guerreros de la Comarca volverán a dar un manotazo sobre la mesa.Así nos podríamos ir con los restantes clubes de la Liga MX.A los profesionales de la comunicación nos corresponden los análisis más minuciosos y en consecuencia fríos (aunque no siempre se cumplen estas premisas).Nos toca emitir puntos de vista, plantear escenarios, darle tiempo a las sentencias y ser mucho más precavidos en los detalles.Pero no nos corresponde ser semáforos de la alegría de nadie en su rol de aficionado al deporte y a un equipo en particular.Los sueños, el goce, las ganas de celebrar, la ilusión, son todos, propiedad privada… Y qué bueno!!!