Dice un refrán popular que no pegues algo que no está despegado. Dicho en otras palabras, si algo funciona, no le muevas o muévele poco.Aunque a Cruz Azul le afloraron las carencias ofensivas en la recta final del torneo anterior, parecía que el equipo solo necesitaba apuntalamiento y listo, a seguir compitiendo.Pero Pedro Caixinha, fiel a su forma de ser y pensar, piensa que se necesita una cirugía intermedia y con casi los mismos intenta un cambio de estilo a partir de los que recién llegaron.Los engranes no terminan de embonar, perdieron uno importante en la persona de Iván Marcone y algunos de los que ya estaban atraviesan bajas de juego importante.El portugués, como buen técnico, se casa con ideas que parecerían impopulares pero que, para él tienen respuesta táctica como en los casos de la titularidad de Salas y la no de Baca y Domínguez; en consecuencia hoy La Máquina ha tenido un frío arranque de 2019.Así que habrá que esperar a que Yotún aparezca de manera importante, Jonathan Rodríguez mejore físicamente, entre Salas y Eustáquio alguno alce la mano en lugar del que se fue a Boca y sobre todo que Orbelín Pineda demuestre que su inicio de carrera no fue como el de muchos, un flamazo de rápida extinción.Eso, además de apelar a la buena memoria de algunos que hasta el torneo pasado eran piezas fundamentales como Alvarado, Elías y Méndez.Con buena materia prima y como suele suceder siempre en el mundo Cruz Azul, con el tiempo en contra, Caixinha deberá encontrar una fórmula eficaz para jugar y sobre todo sumar. Lo hizo en el torneo anterior y ahora lo busca a través de caminos diferentes.El abandono de la zona de confort tiene sus riesgos y parece que el portugués ha decidido desafiarlos, a costa de malos resultados tempraneros.