Los toros de Núñez del Cuvillo llegaron para dar vida al séptimo encierro de San Fermín 2017, toros que son atractivos por su velocidad y temidos por la incertidumbre de su comportamiento, lo que ratifican con los ocho cornados que han dejado por su paso a lo largo de su historia en Pamplona, que data de 1995.El séptimo cohetón marcó la salida del penúltimo encierro desde los corrales de Santo Domingo, para llegar hasta la plaza. Tras abrirse las puertas los toros se adueñaron de la manada, fue en la cuesta de Santo Domingo donde un castaño se encontró a un rollizo corredor que libró a un colorado, pero no al que venía detrás, que terminó sembrándolo en las baldosas. Metros más adelante el colorado también se encontró a un corredor de frente al que, con el pitón derecho, se lo llevó por delante. Los toros se fueron en fila dejando huecos entre ellos, lo que permitía a los corredores disfrutar y lograr carreras vistosas.Dos minutos y 34 segundos tardaron los toros en entrar a los corrales de la plaza, y es que el encierro llegó antes que los cabestros, y por ello miraron con peligro a varios de los corredores que ingresaban al ruedo.El parte médico reportó al término de la carrera seis traslados a los diversos hospitales, dos de ellos heridos por asta de toro.Para el octavo y último encierro de San Fermín llegarán los legendarios y temidos toros de Miura, para poner broche de oro a la Pamplonada del 2017.