Desde 1964 ninguna pareja que no fuera rusa se había colgado la medalla de oro en el patinaje de figura por parejas en los Juegos Olímpicos de Invierno.Para Salt Lake City 2002 tanto a Elena Berezhnaya como a Anton Sikharulidze, les correspondía la encomienda de mantener la hegemonía. Pero no eran los claros favoritos, Jamie Salé y David Pelletier de Canadá eran los campeones mundiales.Mientras la pareja canadiense de Salé y Pelletier había surgido de manera natural y con la química perfecta desde el inicio, para Elena Berezhnaya no. Su carrera, aunque exitosa, se tornó dramática. Con Oleg Shliakhov su pareja de patinaje y sentimental, vivió varios episodios de violencia que fueron poniéndola en riesgo. La aventaba en el aire y no hacía mucho por cacharla, hasta que un entrenamiento terminó en el hospital. En una de las vueltas de ambos, el patín de Oleg se incrustaría en la sien de Elena, dejándola con parálisis y pérdida del habla. Cuando Elena despertó solo pensaba una cosa, “no podré obtener el oro”. Antón Shikharulidze, que era su amigo, la acompañó en el proceso, se recuperó y comenzaron a patinar juntos de manera exitosa y romántica. En Nagano 1998 consiguieron la plata. Rusia conseguía el uno dos.Por su parte, para los canadienses todo les jugaba como en cuento de hadas, su química, romance y excelencia en el patinaje desataba el furor mediático en el país y en el patinaje.Ya en los juegos de Salt Lake City en 2002, los rusos en el programa corto realizan ¡una rutina perfecta! “dos dioses en el hielo”. Con calificaciones ¡máximas! Tocaba turno a los canadienses, “dos enamorados derritiendo la pista”, en una rutina casi perfecta, de no ser porque al final, en la pose del cierre, ambos se enredan y caen al hielo. Aunque en aquella época una caída en ese elemento no quitaba puntos, los rusos ocupaban el primer lugar.Faltaba el programa libre, los rusos patinaron primero. La música, la cadencia iban perfectas, cuando Antón Shikarulitze en un salto pierde el paso. Los jueces no dan la calificación máxima a la pareja. Los canadienses entonces deciden ir por una rutina que asegurara la medalla, realizarla limpia les daba muchas posibilidades. Y lo hacen, bajo el tema de Love Story, Salé y Pelletier, “calentaron la arena”, no había química y amor más encendido que ese. Al terminar David Pelletier besó el hielo y festejó arrodillado.Solo faltaban las calificaciones. Los jueces de EU, Canadá, Alemania, Japón les daban el 5.9 máximo, Rusia, Polonia, Ucrania, China, daban 5.8 y Francia decantaba la balanza dando un 5.8 Los canadienses serían plata, el oro volvía a ser para Rusia.Los comentaristas de televisión comenzaron la polémica, les parecía por demás raro y sospechosa la votación, principalmente de la jueza francesa. En el hielo la cosa estaba que ardía, entre protestas del público, las medallas fueron entregadas.Horas más tarde la jueza francesa Marie-Reine Le Gougne, rompió en nervios en su hotel. Al toparse con un miembro del comité, confiesa haber sido presionada por su federación para favorecer a los rusos, ya que ellos favorecerían a los franceses en otra disciplina. Jacques Rogge, presidente del Comité Olímpico Internacional, tomó una determinación inaudita.Días más tarde, la ceremonia de premiación se repitió, y tanto Elena Bereznhaya, Antón Shikarulatza, Jamie Salé y David Pelletier subieron juntos al primer lugar del pódium. Todos fueron premiados con la medalla de oro colgada al cuello.La pareja china, que había ganado el bronce, dijo que no se prestaría a semejantes asuntos y no se presentaron.A partir de entonces el sistema de jueceo cambió. Ya no sería pública la calificación de cada juez, así como, por computadora, de manera aleatoria, se escogerían solo algunas calificaciones de los jueces. Jamie Salé y David Pelletier se casaron, tuvieron un hijo y al poco tiempo se divorciaron, para después, seguir siendo pareja de trabajo, es decir, continuaron patinando juntos de manera profesional.Elena quien consiguió vencer la violencia, la parálisis y darle a Rusia la medalla de oro, también siguió patinando profesionalmente, y lo hizo con Antón, permaneciendo como ¡grandes amigos! Elena es ahora parte fundamental del desarrollo del patinaje de figura en San Petersburg.¡El hielo no siempre enfría todo!