Todo se dio después del silbatazo final del ábitro central en el Estadio Olímpico Atatürk cuando Onana se acerco a Lautaro y en primera instancia parecía que lo regañaba.
El mundo se sorprendió del motivo de una posible discusión del africano con el argentino, pero lo que hacía era consolar al delantero que estaba con el rostro desencajado.
Onana traía el rostro molesto a tal grado de que se quitó los guantes y los aventó a cesped, pero lo hizo para tomar la cabeza de Lautaro y poderlo consolar finalmente.
Cruce de palabras del africano con el argentino que le hizo entender que quizá la falla que tuvo durante el partido no era para sentirse mal o culparse de la derrota.
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