¿Quién fue Alcides Ghiggia?

Porque la Verdeamarelha era la gran favorita de aquel su primer Mundial en casa y había apabullado a cuanto rival le habían puesto enfrente. Uruguay, de donde era Ghiggia, era según los amazónicos la comparsa perfecta de aquella tarde.

No era exactamente una final y los amazónicos necesitaban sólo un empate para ser campeones, los uruguayos requerían el triunfo. Friaca pusó a los locales, en su multitudinario estadio Maracaná que albergaba 175 mil espectadores, arriba a los 47’ minutos.

Juan Schiaffino, a pase precisamente de Ghiggia, igualó el marcador a los 66’ y si eso no bastaba Ghiggia que corría la banda derecha como un demonio, se coló por ahí y disparó al primer poste. El arquero Barbosa no alcanzó el balón.

Brasil no tuvo respuesta y Uruguay se alzó con el preciado trofeo con Ghiggia como héroe enorme de aquella tarde y recordado no sólo por los charrúas sino por el mundo futbolístico entero.

Alcides Ghiggia nació el 22 de diciembre de 1926 y murió este 16 de julio del 2015, justo 65 años después del Maracanazo. ¿Podría tener una partida más futbolística que esa?

Era un delantero veloz que explotaba la banda derecha y centraba de gran manera. Jugó en su natal Uruguay en los clubes Atlante, Sud América, Peñarol, para en 1953 pasar al fútbol italiano con el Roma y después con el Milan.

Se retiró en el Danubio en 1968 y consiguió múltiples trofeos. Incluso entre 1957 y 1959 jugó en la selección italiana.

Ghiggia, en la actualidad, vivía en la localidad de Las Piedras, en el departamento de Canelones, en Uruguay donde tenía un modesto supermercado.

Desde su gol la tarde del 16 de julio de 1950, siempre contó con una fama de acuerdo a aquel momento. Acudía frecuentemente al Centenario a ver fútbol y siempre era reconocido y ovacionado por el público.

Solía decir a quien quisiera escucharlo que “solo tres personas en la historia han conseguido hacer callar al Maracaná con un solo gesto: el Papa, Frank Sinatra y yo”.

De aquella tarde también recordaba algo en particular: “A pesar de la alegría que uno tenía, te daba tristeza mirar a la tribuna. Veías a la gente desesperada, llorando”. Era el único sobreviviente del equipo uruguayo campeón de 1950. Descanse en paz.