Andrés Vaca | Del amor por la Liguilla a la triste planeación

Desde que tengo uso de memoria he dicho que soy fan de la Liguilla; entiendo que hay argumentos para pensar lo contrario: que no premia al mejor equipo del torneo, que abraza a la mediocridad y que puede llegar a ser injusta en muchas ocasiones.

Más allá del romanticismo futbolístico, siempre me ha gustado lo emocionante que es. El hecho de que existan partidos de ida y vuelta, y todos los escenarios que se pueden desarrollar, hacen de la Liguilla uno de mis torneos favoritos del mundo.

Asimismo, es curioso como en distintas ligas del mundo (como la argentina, uruguaya y brasileña) quieren acoplar nuestro sistema de competencia; he tenido la oportunidad de hablar con colegas argentinos y les encanta nuestra Liguilla. Suelen sorprenderse que acá en México hay personas que quieren copiar su sistema. Pareciera que deseamos lo que no tenemos (en cualquier aspecto de la vida).

Dicho esto, tengo que decir que no recuerdo una mejor liguilla que la que estamos viviendo este torneo. Tuvo todo: equipos sorpresa ( Monarcas, Necaxa y Querétaro), equipos sólidos y constantes (Santos y León), y equipos con súper planteles ( América, Tigres y Rayados). Además, hubo series con volteretas, muchos goles y espectáculo.

Dentro de todo lo emocionante que ha tenido este cierre de torneo, me quedo con lo que ha hecho el Club América: una demostración más de por qué es el equipo más grande de esta nación. Con ADN, con identidad y con toda su gente alentándolos, las águilas sacaron dos resultados adversos en esta liguilla.

La única queja que tengo es la poca planeación de parte de la liga. Tener que esperar 17 días para la final de ida del campeonato nacional es demasiado. Pero no hay de otra. Para los amantes de este deporte y de este torneo, tendremos que ponernos cómodos y disfrutar la larga espera para ver a Rayados y América jugarse el torneo más deseado de este país.