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    La dimensión del mito de Di Stéfano

    Alfredo di Estéfano le dio forma y fondo al mito del Real Madrid, para hacerlo debió, también, convertirse a su vez en un mito.  

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    Alfredo di Estéfano en sus días con el Real Madrid.

    Imagen Getty Images
    Alfredo di Estéfano en sus días con el Real Madrid.

    Por Omar Carrillo H.

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    Para darse una idea de los tamaños futbolísticos de Alfredo di Stéfano habría que observar un par de detalles, nada insignificantes, en su carrera.

    Llegó a los 27 años al Real Madrid, un club prácticamente del montón en 1953, y nunca el hombre jugó un Mundial. No hablemos siquiera de ganarlo.

    Nadie entendería la dimensión de Pelé, Diego Maradona y Johan Cruyff, los otros tres grandes del fútbol de todos los tiempos, sin pensar en sus actuaciones mundialistas. Sin la vitrina permanente que es y ha sido participar, y en su defecto obtener el título o no, en una Copa del Mundo.

    Ahora mismo, la discusión en torno a la calidad de Lionel Messi gira sobre su necesidad imperiosa de ganar un título mundial y reconfirmar así su calidad futbolística, y meterse entre los más grandes, en el sitio que sea.

    Es incluso posible, que, cuando Cristiano Ronaldo, el otro monstruo de nuestra época, se retire con todas sus hazañas, grandes números y trofeos, se le recrimine y se le señale por nunca haber ganado un Mundial, ¿una injusticia?, quizá, pero ese es otro tema. A “La Saeta Rubia”, nadie le cuestiona su sitio entre los cuatro más grandes de todos los tiempos.

    Alfredo di Stéfano le dio profundidad al mito del Real Madrid, haciéndose él mismo un mito. Puso en el mapa futbolístico del mundo a los Merengues. Lo hizo de la mano de un visionario y siempre ambicioso presidente Santiago Bernabéu. Antes de su arribo, el equipo madridista sólo había ganado dos títulos de Liga en las campañas 31-32 y 32-33. Durante su estancia, los llevó a triunfar en ocho.

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    Era delantero por definición, pero desde ahí mismo modificó el concepto porque siempre le gustó tener el balón en los pies y por ello bajaba al mediocampo, y a la defensa por él. Eso constituyó una revolución en sí misma y un crucigrama, irresoluble, para los rivales europeos.

    En un momento oscuro en la historia española, el Franquismo, él puso a España, y al Real Madrid claro, en la mira de todos sin necesidad de una dictadura o un fusil.

    Ganó cinco Copas de Europa, el equivalente a la Champions League de hoy, con lo que también le dio fondo y leyenda al futbol Merengue. Le enseñó el camino para convertirse en el mejor club del mundo. Todas las leyendas del conjunto merengue vienen detrás de él.

    Por si fuera poco, hizo con la camiseta blanca 308 goles en 396 partidos oficiales y se proclamó Pichichi en cinco oportunidades.

    Todo eso, sin tomar en cuenta sus números, revoluciones y triunfos en los otros equipos en los que militó: River Plate, Huracán, Millonarios y Espanyol.

    Durante la última parte de su carrera, se discutía en cualquier sitio dado a pláticas futboleras, sobre quién era mejor, si él o la joven revelación brasileña, Pelé. Seguro que muchos más de un par nunca se pusieron de acuerdo en esos días. A saber si hoy, por fin, lo han hecho.

    Se fue Di Estéfano, descanse en paz, que, además, brilló en una época donde el fútbol aún no era el ente mercadológico y de exposición mediática que es desde hace pocas décadas. Un punto más que tuvieron a su favor Pelé, Maradona y Johan Cruyff.

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