Fútbol

    Fracaso del Tri olímpico, crónica de una muerte anunciada

    El fútbol mexicano vive un terrible 2016, enredado en un 7-0, un fracaso olímpico y con una increíble regla como la 10/8.

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    Por:
    TUDN

    Raúl Gutiérrez, víctima del poco apoyo de la FMF

    Imagen Celso Junior / Getty Images
    Raúl Gutiérrez, víctima del poco apoyo de la FMF

    En un jardín del Centro de Alto Rendimiento, uno a uno hacían su arribo los representantes de los medios de comunicación. Eran las primeras horas de la mañana, y en el punto de reunión desfilaban meseros ofreciendo agua de horchata y jamaica. La carne del pastor se calentaba mientras hervía el café para ofrecer a los presentes. Era enero, y el frío solo podía ser sofocado con una buena chamarra y un calentador que se encontraba a los alrededores de las mesas.

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    Ataviados con un traje gris y una corbata verde, los trabajadores de la Federación Mexicana de Fútbol recibían a sus invitados. La finalidad era que tras un desayuno y una sobremesa, llegara la anhelada conferencia de prensa en la que se darían a conocer los objetivos propuestos para las diversas selecciones nacionales.

    Enero es un mes de deseos y de metas. Así, con una buena actitud, hay que plantearse los objetivos que habrán que cumplirse a lo largo del año. Se habla de logros, pero nunca de consecuencias si estos no se consiguen.

    Llegado el momento, aparece en escena la plana mayor de la Federación Mexicana de Fútbol. Una slide tras otra, Santiago Baños habla del rumbo que se tomará, el apoyo que se dará, los calendarios y los nombres. Un plan estratégico bien trazado, fundamentado y hasta cierto punto, con retos lógicos.

    Para el Tri mayor, llegar a la final de la Copa América Centenario. Y para el Tri olímpico, subirse al podio, no importa el material o el color de la medalla, hay que traer una presea a México acabados los Juegos de Río.

    El deseo, en ocasiones, dista mucho de la realidad. Por más que haya un excelente plan de acción, si las bases no están cimentadas, todo se viene abajo con el menor soplido, y en México, hace rato que no se trabaja en beneficio de las selecciones nacionales. Como es y ha sido evidente, cuando llegan los problemas, llegan las decisiones arriesgadas y sobre la hora.

    A México le fue como le fue en Copa América. La mayor goleada en la historia de la selección mexicana es el fiel reflejo de los errores que se siguen cometiendo; poco sirvieron los buenos deseos de enero y de aquella fría mañana cuando los resultados están tan alejados de la verdad, de nuestra verdad.

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    Y con el peso de la brutalidad de un 7-0, llegamos a los Juegos Olímpicos con la obligación de acercarse lo más posible al mayor logro en la historia del deporte más popular de México. Un bronce, una plata o un oro, parece fácil, pero no lo es cuando en la Liga nacional no existe un plan de desarrollo para nuestros jóvenes. Tan cerca de la regla 10/8 como lejos de las oportunidades para las canteras. A eso, hay que sumarle que como el balompié es un negocio, lo primero es la plata y después los intereses de un equipo nacional.

    ¿Cómo criticar a Raúl Gutiérrez cuando el fracaso del Tri olímpico era una crónica anunciada? Anunciada porque este equipo no tenía a los mejores jugadores de su edad, muchos de ellos, instalados en México jugando un Chivas-Querétaro en lugar de estar defendiendo la causa de unos Juegos Olímpicos.

    Al ‘Potro’ lo dejaron morir solo y lo abandonaron a su suerte, muchos de los que aquella mañana de enero se comían alegremente tres tacos al pastor con todo y que cuidaban elegantemente su corbata verde. En ceremonias como esas, se habla de objetivos, pero no de consecuencias, se señala con el dedo índice, pero nunca en la dirección correcta.

    México cierra un penoso y patético 2016, uno de los peores años en la historia del fútbol. Con un 7-0 inolvidable, un monumental fracaso olímpico, enredados con una increíble regla como las 10/8 y con directivos que no los mueve nadie de su posición ni aunque el ridículo haya sido monumental. Con el hartazgo del paso de los meses, los deseos se vuelven en costumbre. Menos mal que el ciclo siempre acaba en diciembre y e inicia con renovados bríos con un desayuno de enero.

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