Antes de Franz Beckenbauer, la palabra "Káiser" solamente era conocida en Alemania, quizás en Europa, cuando la primera exportación corrió a cargo de Otto von Bismarck, el canciller que unificó a la nación teutona.Pero llegó este defensa, imperdonable con el rival, imperturbable. Franz Beckenbauer se hizo grande con el Bayern Múnich pero se elevó a leyenda con la Selección de Alemania, con la que un 20 de junio de 1976, llegó a 100 partidos.El centenario de Beckenbauer llegó en un momento cumbre, ya con logros vitales en su carrera dentro de la "Mannschaft", con la que ya había levantado la Copa Mundial de la FIFA en 1974, en casa y una Eurocopa en 1972.En 1976, Alemania perdería la Eurocopa, en parte gracias a la aparición de otro mito: el del inverosímil cobro de Antonín Panenka desde los once pasos, después de que Checoslovaquia y el conjunto germano igualaran 2-2 en 120 minutos.Talento aglomerado en potencias que después se partirían, la Gran Final de la Eurocopa organizada por Yugoslavia rindió homenaje a jugadores y equipos que hoy en día son recordados con cariño. Franz Beckenbauer comandaba una escuadra que tenía nombres abrumadores como Sepp Maier en la meta, Berti Vogts en la defensa o Uli Hoeness en la delantera quien, para esta ocasión, fue el único que cargó con pecado en la legendaria tanda, ya en muerte súbita, y solamente instantes antes de que Panenka lograra probablemente el cobro más famoso en la historia de las series penales.El "Káiser" ya era prácticamente toda la Alemania, el capitán indiscutible, y en aquella noche del 20 de junio de 1976 en el Estadio Rajko Mitic de Belgrado, era también el centenario.Este sería el último "gran partido" de Beckenbauer con Alemania, ya que jugaría solamente tres encuentros más antes de su retiro del seleccionado teutón, todos amistosos, uno de ellos ante la misma Checoslovaquia, pero ahora en Hannover, antes de despedirse en París con una derrota ante Francia.Quizás no fue el único "Káiser", pero sí el que abrió la puerta para el término ya conocido. Franz Beckenbauer y su leyenda eran tan grandes que permitieron que todo confabulara para festejar un centenario en plena Final de una Eurocopa.