El Vaticano y el fútbol

El Papa Francisco visita estos días México y es buen pretexto para recordar que no por portar sotana en el cuerpo y una Biblia en la mano, los hombres del Vaticano hacen a un lado su amor por el balón que en muchos casos es tan grande o más que el de cualquier seguidor avezado.

Basten unos cuantos datos para iniciar. Francisco, Benedicto XVI y Juan Pablo II tuvieron alguna relación cercana con el fútbol y el balón. Existe también una Clericus Cup y una Selección Vaticana.

Mucho antes de ser Papa, Jorge Mario Bergoglio fue hincha de San Lorenzo de Almagro. De nacionalidad argentina, el Papa cuenta con su carnet de socio número 88235 y siempre que puede demuestra su amor por los colores azulgranas.

Casualmente, San Lorenzo fue fundado por un cura, Lorenzo Massa, hace 107 años y en el 2008 fue Francisco el que ofició la misa del centenario del Ciclón.

Hincha “Cuervo”, incluso en algunas ocasiones ha olvidado su investidura para dar rienda suelta a su pasión futbolística como cuando le enseñan una playera o un banderín de su equipo o de sus enconados rivales argentinos.

Su padre era jugador de básquetbol del San Lorenzo y de niño solía llevarlo al Viejo Gasómetro a apoyar al equipo.

Conociendo su afecto al esférico, Italia y Argentina organizaron un encuentro en su honor en el 2013 y en el 2014 luego de que San Lorenzo ganara su primera Copa Libertadores, recibió al equipo completo en el Vaticano.

Nunca ha ocultado que ora antes de los partidos importantes del conjunto y durante el Mundial de Brasil 2014 se mantuvo al tanto de los resultados, particularmente, claro está, de los de Argentina que alcanzó la final ante Alemania.

Precisamente a aquella final de hace un par de años a las redes sociales y su multitud de seguidores les dio por llamarla “la final de los papas”.

El otro involucrado fue Benedicto XVI, Papa Emérito, de nacionalidad alemana. Amante del piano, teólogo e intelectual nunca fue deportista, pero siempre mostró preferencia por el Bayern Múnich, aunque nunca públicamente.

Fue hasta el 2005, luego de ser elegido Papa, que el técnico italiano Giovani Trapattoni -que dirigió al multicampéon alemán entre 1994 y 1997-, hizo pública su afición por el conjunto.

En una entrevista para Radio Vaticana, el técnico italiano contó que hablaban por teléfono frecuentemente él y Joseph Ratzinger del conjunto bávaro: “pues seguía con gran interés al equipo del que es hincha”.

Unos meses después, el Bayern Múnich retribuyó la deferencia otorgándole el carnet de socio número 100 mil.

Sabedor de su importancia, Ratzinger antes de ser Papa, le dedicó en un libro titulado Mitarbeiter der Warheit algunos renglones al fútbol. Y destaca su valor social de entrenamiento para una nueva forma de entender la vida.

“Ayuda al hombre a autodisciplinarse y le enseña a colaborar con los demás dentro de un equipo”, escribió.

De niño, Juan Pablo II fue portero, y en ocasiones delantero, en su natal Polonia. Su calidad con el balón no era mala, llegó a ser parte del MKS Cracovia, el primer campeón de la Liga polaca.

Nunca hizo pública su preferencia por algún club, pero en el 2005 poco tiempo antes de morir recibió en audiencia precisamente al MKS Cracovia, tal vez eso podría darnos alguna pista.

Pero en un hecho un tanto inusitado, el Schalke 04 de Alemania le otorgó un carnet de socio del club varios años antes de fallecer.

Se sabe que Karol Wojtyla seguía por televisión a la Roma mientras leía o estudiaba, presumiblemente porque en esos días Boniek, otro polaco destacado, era la figura del equipo.

Juan Pablo II fue el primer Papa en asistir a un partido de fútbol, lo hizo en un encuentro entre Italia y un equipo All Stars. El duelo fue en el Estadio Olímpico de Roma con motivo del Jubileo de los Deportistas en el año 2000.

Previo al Mundial de Italia 90, bendijo el balón con el que se inauguró la competencia entre Argentina y Camerún que finalmente ganaron los africanos.

"En el fútbol, como en el resto de los deportes, debe prevalecer el ser sobre el tener”, es una frase que se le adjudica en una charla con autoridades de la UEFA.

Pero el fútbol no solamente ha involucrado a las cabezas del Vaticano. Desde el año 2007 se celebra en el Vaticano la Clericus Cup, un torneo de fútbol que en su más reciente edición reunió a 16 equipos conformados por sacerdotes y seminaristas de más de 60 naciones que se encuentran estudiando en Roma.

En el 2015, como ya había ocurrido anteriormente, los mexicanos fueron el grupo más numeroso en participar. Fueron 37, le siguieron los italianos con 31, los estadounidenses con 24, los brasileños con 23 y los españoles con 21.

En esa ocasión, todos los jugadores llevaron en sus camisetas la leyenda: “El Papa Francisco es mi capitán”.

Y como cualquier Estado, el Vaticano también cuenta con una selección de fútbol y pese a que ha jugado amistosos desde el 2002 -cuando enfrentó al Mónaco y empató sin goles-, no es parte de la FIFA. El conjunto suele jugar en el Estadio Pio XII.

Tiene mucho que resolver antes de que su afiliación a la FIFA o a la UEFA sea posible. Generalmente ha sido integrada por la Guardia Suiza que únicamente cuenta con unos 100 elementos.

La nacionalidad de los posibles integrantes del equipo es quizá el obstáculo más complejo de vencer, ya que la gran mayoría de los habitantes del Vaticano no cuentan con esa nacionalidad.

De cualquier manera, el conjunto ha sido invitado a la VIVA World Cup, el torneo de selecciones que no están afiliadas a la FIFA, sin embargo no ha podido asistir. Pero no habría de descartar que en un futuro no muy lejano alguna vez pudiéramos ver un partido oficial de la Selección del Vaticano, lo que sería a todas luces un milagro futbolístico.