Fútbol

    Hospitalizado el activista que ingresó al campo en la final del Mundial con supuestos signos de envenenamiento

    Piotr Verzilov, del grupo punk Pussy Riot, fue ingresado en un hospital de Moscú en un estado "crítico" y con supuestos signos de envenenamiento.

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    Por:
    TUDN

    El grupo de activistas y música punk ruso Pussy Riot se atribuyó el domingo la responsabilidad por la invasión de cancha que realizaron cuatro personas que, dijeron, hicieron como un acto fue una protesta para exigir al gobierno ruso la liberación de los presos políticos, que ponga fin a los “arrestos ilegales durante las protestas” y permita la competencia política en el país. En la imagen, una de las manifestantes saluda al francés Kylian Mbappé.
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    Imagen Thanassis Stavrakis / AP
    El grupo de activistas y música punk ruso Pussy Riot se atribuyó el domingo la responsabilidad por la invasión de cancha que realizaron cuatro personas que, dijeron, hicieron como un acto fue una protesta para exigir al gobierno ruso la liberación de los presos políticos, que ponga fin a los “arrestos ilegales durante las protestas” y permita la competencia política en el país. En la imagen, una de las manifestantes saluda al francés Kylian Mbappé. <br>

    El activista del grupo punk Pussy Riot, Piotr Verzílov, fue ingresado en un hospital de Moscú en un estado "crítico" y con supuestos signos de envenenamiento, denunció hoy esta plataforma en su página de la red social Facebook. "Nuestro amigo, hermano y camarada Piotr Verzilov se encuentra en cuidados intensivos. Su vida está en peligro. Creemos que ha sido envenenado", señala Pussy Riot.

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    Verzilov, uno de los cuatro activistas de Pussy Riot que saltó al campo del estadio Luzhnikí durante la final del Mundial de fútbol entre Francia y Croacia, y que es uno de los editores de la plataforma independiente de noticias Mediazona, fue hospitalizado en "estado crítico" el pasado martes en la unidad de toxicología del Hospital Cínico Bakhrushin de Moscú. Su pareja, Veronika Nikúlshina, indicó al diario digital Meduza, dirigido por Verzílov, que éste "empezó a perder su vista, el habla y movilidad".

    Sus amigos relataron que su madre quiso visitar a su hijo en el hospital el miércoles por la tarde, pero el personal de la clínica no la permitió ver a Verzílov e "incluso rehusaron comentarle el estado de salud y el diagnóstico preliminar" del activista.

    "En el hospital, le dijeron que no tenían el permiso para dar esa información. Le dijeron que se fuera y fueron irrespetuosos. Dijeron que no podía quedarse e insistieron en que no podían darle ninguna dato sobre su hijo hasta que él mismo firmase la autorización", señala el diario digital. Los amigos del activista denuncian que Verzílov no puede firmar en su estado ningún permiso.

    Según su pareja, Verzilov empezó a sentirse mal poco después de una vista en un tribunal el martes. A las seis de la tarde hora local se acostó para descansar y cuando Nikúlshina llegó a casa dos horas después su pareja "se despertó y dijo que estaba empezando a perder la vista".

    "Entre las ocho y las diez su estado empeoró gradualmente. Primero fue su vista, después su capacidad de habla y después la de moverse", relató Nikúlshina a Meduza. "Cuando llegaron los paramédicos, respondió a todas sus preguntas y les aseguró que no había comido nada", relata su pareja.

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    Fue entonces cuando su estado empeoró rápidamente y "empezó a convulsionar". "En el camino al hospital, en la ambulancia, ya estaba balbuceando.Cayó en un estado medio inconsciente y dejó de responder y de reconocerme", indicó Nikúlshina.

    Según esta fuente, los médicos no hallaron "nada malo" inicialmente en su diagnóstico preliminar, pero en torno a la una de la madrugada "repentinamente trasladaron a Verzilov a la unidad de toxicología del hospital".

    El personal se negó a decirle que al activista le habían diagnosticado un envenenamiento, alegando que únicamente era la pareja de hecho de Verzilov y que por ende no tenía "ningún derecho" a ser informada del resultado de los análisis. "El médico dijo que su estado era grave, pero que su salud empezaba a mejorar y él comenzaba a responder a su nombre", relató.

    Sin duda ha sido uno de los momentos más comentados de la final del Mundial. Los jugadores de Croacia desfilaban por el escenario montado en el centro del campo para recibir las medallas que los distinguen como subcampeones de la Copa del Mundo y una copiosa lluvia comenzó a caer en el estadio Luzhniki de Moscú.
    Mientras el presidente ruso fue rápidamente protegido por un paraguas para no mojarse, sus homólogos de Francia y Croacia y el resto de la comitiva se empapaban mientras saludaban a los jugadores. Tuvieron que pasar varios minutos para que llegaran a proteger Emmanuel Macron y a Kolinda Grabar-Kitarovic.
    Sin embargo, la presidenta croata no parecía muy preocupada por mojarse y se acercó a sus colegas aunque eso significara salir de la protección del paraguas que le habían puesto.
    Probablemente esta escena no la aprueba ningún experto en protocolo, pero la imagen del presidente francés Emmanuel Macron celebrando eufórico la victoria de Francia ante la mirada de Vladimir Putin y del presidente de la FIFA, Gianni Infantino, será una recordada por muchos fanáticos.
    La presidenta croata también siguió de cerca los festejos de Macron. En la imagen, lo mira mientras celebra el último gol de la escuadra francesa.
    Precisamente Grabar-Kitarovic protagonizó una de las escenas más emotivas de la final al abrazar efusivamente a los jugadores de la selección croata. En la imagen, la presidenta consuela al capitán Luka Modric.
    La mandataria, que se convirtió en una de las sensaciones de Rusia 2018 tras conocerse que viajó con sus propios recursos y con días libres que pidió sin goce de sueldo para apoyar a su selección, también abrazó cariñosamente a los jugadores de la escuadra francesa para felicitarlos.
    A los 52 minutos del juego, el partido fue interrumpido por cuatro personas con trajes que simulaban uniformes policiales antiguos que invadieron el campo y fueron derribadas por personal de seguridad. El grupo de activistas y música punk ruso Pussy Riot se atribuyó la responsabilidad por la invasión de cancha.
    En su cuenta de Twitter, dijeron que la invasión del campo fue una protesta para exigir al gobierno ruso la liberación de los presos políticos, que ponga fin a los “arrestos ilegales durante las protestas” y permita la competencia política en el país. En la imagen, una de las manifestantes saluda al francés Kylian Mbappé.
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    Esta es otra de las imágenes de la final del Mundial. El croata Luka Modric posa (apesadumbrado tras perder la final) con el Balón de Oro que le reconoce como el jugador más valioso del Mundial, mientras que el francés Kylian Mbappé, de solo 19 años, sostiene el título al mejor jugador joven. Los dos futbolistas dicen mucho de lo que representan sus selecciones. En el caso de Modric, tuvo que abandonar su pueblo natal de niño cuando asesinaron a su abuelo en medio de la guerra de los balcanes y fue descubierto en un campo de refugiados.
    La infancia de varios jugadores croatas estuvo marcado por ese conflicto y su llegada a la final del Mundial ha sido vista como un símbolo de la superación a través del deporte.
    Por su parte, Mbappe (en esta imagen junto con Antoine Griezmann - de madre portuguesa- y Paul Pogba - de padres guineanos-) es uno de los 14 de los jugadores de origen africano de la selección francesa.
    Como Mbappé, muchos de los jugadores de la vigente campeona del mundo comenzaron su carrera futbolística en la 'banlieu', como se conoce a los suburbios marginales de París, por lo que la victoria en Rusia es vista también como un triunfo de la multiculturalidad y los aportes de los migrantes a Francia.

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    Imagen Catherine Ivill/Getty Image
    Sin duda ha sido uno de los momentos más comentados de la final del Mundial. Los jugadores de Croacia desfilaban por el escenario montado en el centro del campo para recibir las medallas que los distinguen como subcampeones de la Copa del Mundo y una copiosa lluvia comenzó a caer en el estadio Luzhniki de Moscú.
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