Estados Unidos

    El Abogado del Diablo: Klinsmann recurrió a tácticas buenas que salieron mal

    La línea de tres centrales recibió duras críticas en la prensa como ‘un experimento fallido’. Pero Estados Unidos eliminó a México en 2002 usándola.

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    Por:
    TUDN

    El del 2002 era un Team USA que jugaba con tres centrales.

    Imagen Pascal Guyot (Getty Images).
    El del 2002 era un Team USA que jugaba con tres centrales.

    La creencia dice que el fútbol estadounidense desciende del fútbol inglés y de este modo tanto selección como clubes de la MLS están atados por siempre al 4-4-2. Jugar a cualquier otro sistema implicaría pues adulterar la genética de Estados Unidos. El tiro saldría por la culata, como ocurrió anoche durante los primeros minutos del duelo en Columbus.

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    La crítica más fuerte para golpear la línea de tres zagueros de Klinsmann es que usar un hombre extra en la defensa viene a costa de quitárselo al mediocampo: cuando Klinsmann se echó para atrás con su experimento y regresó a las dos líneas de cuatro, su escuadra ‘mágicamente’ recuperó la compostura y comenzó a empujar a México contra su propia portería. En vista de los resultados, las nuevas tácticas de Klinsmann fueron equivocaciones que no han de volver a repetirse.

    Pero una mirada a los dos mejores partidos en la historia contemporánea del Team USA (el 2-0 a México en los octavos de final de Corea/Japón 2002, y el partido de cuartos frente a Alemania) demuestra que el seleccionado de las barras y las estrellas solía saber jugar con otros sistemas distintos al 4-4-2, con magníficos resultados sobre el césped.

    La teoría táctica señala que el vacío creado en la mitad del campo por los tres hombres en la zaga puede compensarse mediante dos alternativas: o que el tercer zaguero se convierta en un ‘líbero’ capaz de anticiparse a los pases del rival (un sweeper como Matthias Sammer, compañero de Klinsmann en la Alemania campeona de la Euro de 1996), o bien jugar con un solo delantero y poner tres mediocampistas en el círculo central.

    La mágica escuadra estadounidense del 2002 recurrió a la segunda opción. Tonny Sanneh, Eddie Pope y Greg Berhalter eran corpulentos guardianes del área custodiada por Brad Friedel, aunque ninguno podía cumplir las funciones de un Matthias Sammer o de un Franco Baresi. Por lo tanto, Bruce Arena alineó un medio campo compuesto por un Pablo Mastroeni en modo mariscal de campo, John O’ Brien como su escudero, y Claudio Reyna o Landon Donovan en funciones box-to-box, ida y vuelta constante de área a área.

    La equivocación de Klinsmann fue no decidirse por alguna de las dos alternativas: ni designó a un líbero ni colocó tres mediocampistas delante de su defensa. John Brooks hizo una lectura correcta y comenzó a intentar anticiparse al Chicharito Hernández, pero sus ejecuciones fueron tardías y al mexicano sólo pudo bajarlo a punta de faltas. En el círculo central, si Jermaine Jones iba, Bradley quedaba muy solo con Giovani Dos Santos merodeando a sus espaldas.

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    Así, el primer tiempo de Estados Unidos efectivamente fue un experimento fallido. Sin embargo, debemos entender las causas de su falla: no es que Klinsmann adulteró el ADN estadounidense ni que tampoco se haya sacado de la manga un invento o una improvisación.

    A diferencia de lo ocurrido anoche, la línea de tres que en el 2002 catapultó a Estados Unidos a unos históricos cuartos de final en un mundial fuera de Estados Unidos funcionó bien, porque la escuadra estaba equilibrada línea por línea. El fútbol es ensayo y error: Klinsmann merece el beneficio de la duda si es capaz de corregir como corrigió en Columbus.

    César Martínez

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