El 2 de octubre es una fecha que no se olvida. La constante repetición de la misma, y la profundidad de los hechos acontecidos en esa fecha se han encargado de tatuarla en el imaginario colectivo nacional.Sin embargo, en la mente de los aficionados mexicanos al futbol, hay una fecha que no es recordada a primera mano; muy posiblemente por la gran cantidad de dolor que desencadena el revivirla, al siquiera rozarla con el más ligero recuerdo: la eliminación mexicana del Mundial Corea Japón 2002.Corría el lunes 17 de junio de 2002; madrugada de México, tarde de Corea del Sur. La Selección Mexicana se encontraba en los Octavos de Final de la Copa del Mundo, una barrera que se antojaba superable, al tener que desplazar al entonces "frágil" Estados Unidos, en la localidad de Jeonju. Si en 1994 y 1998 esta instancia había sido el límite, aquella era el escenario soñado para superarla.Una primera ronda casi perfecta, con triunfos ante Croacia y Ecuador y un categórico empate a 1 con una Italia de miedo, eran las cartas de presentación del comando dirigido, en aquel entonces, por Javier Aguirre Onaindía.Con el "Vasco" en el timón, el Tri no solamente había logrado clasificar al Mundial tras un inicio desastroso en el Hexagonal Final de Concacaf, también se estableció como un dignísimo subcampeón de la Copa América 2001, tras caer 1-0 en la Final ante el anfitrión Colombia.El renacer de Cuauhtémoc Blanco como un decisivo enganche, la irrupción de Jared Borgetti en el plano internacional como un finalizador de respeto, el liderazgo y clase mundial de un novel Rafael Márquez, el empuje y combatividad de Gerardo Torrado y los reflejos felinos de Óscar "Conejo" Pérez en el marco, reforzaban la ilusión mexicana de no solo pasar a Cuartos de Final de Corea-Japón 2002, sino de hacerlo tras avasallar a Estados Unidos.Con el pitido inicial de colegiado brasileño Vitor Melo Pereira se fueron diluyendo angustiosamente las esperanzas nacionales de atestiguar un pasaje dulce de México en una Copa del Mundo.Apenas marcaba el minuto 8 el cronómetro del partido, cuando Claudio Reyna realizó un desborde por derecha, que terminó en pase al área en donde Josh Wolf retrasó, a su vez, la bola para que Brian McBride la recibiera franca y venciera al "Conejo"  Pérez  con fuerte derechazo. Revive la ficha técnica de la caída de México ante Estados Unidos en Corea-Japón 2002. Javier Aguirre no se lo pensó demasiado, apenas 20 minutos, para hacer ajustes. Quizá más impetuoso y visceral que racional, mandó al campo a un disminuido, pero no menos histórico, Luis " Matador"  Hernández en lugar de Ramón Morales, quien se encargaba de darle profundidad al equipo por izquierda.Los días de gloria de Hernández Carreón en un Mundial no tuvieron eco en Corea-Japón 2002. Tal y como en los 2 juegos en los que había ingresado de cambio en este torneo, ante Estados Unidos pasó desapercibo.El equipo dirigido por Bruce Arena se aposentó cómodamente en el escenario ofrecido en Jeonju: una Selección Mexicana volcada al frente, sin orden, sin chispa, y con cada vez menos confianza en sí misma, ante lo que se replegó en busca de espacios al frente, a través de los cuales dar la estocada final.Para desgracia de los verdes, y sus millones de aficionados, que atestiguaban en directo, desde el estadio o sus hogares, gracias a la televisión, el tiro de gracia llegó al minuto 65. En ese instante, 2 pilares de la rivalidad moderna del México-Estados Unidos se gestaron: la animadversión por Landon Donovan y la tendencia norteamericana de finalizar sus triunfos ante los aztecas con marcador de 2 goles a 0.El apodado posteriormente como "Capitán América" enterró los sueños mexicanos, y quebró mil corazones, con su seco cabezazo en el área, a pase de Eddie Lewis, en un contragolpe gestado veloz y letalmente por el equipo de las Barras y las Estrellas.Las ideas, el futbol, y quizá la sangre, no fluyó por las venas de la Selección Mexicana. Un Aguirre pávido solo atinó a mandar al campo a Sigifredo Mercado por Manuel Vidrio, una modificación de posición por posición en la DEFENSA, y al veterano Alberto García Aspe, en detrimento de Gerardo Torrado, en un claro mensaje de bloqueo.Ni Jesús Arellano, ni Braulio Luna o Johan Rodríguez pudieron ofrecer soluciones en la cancha. Cuauhtémoc Blanco estuvo bien marcado y lo poco, escaso, que pudo producir no gravitó, incluido un penalti que le cometieron pero no sancionó el árbitro.  Rafael Márquez perdió la cabeza y se hizo expulsar con una brutal agresión a Cobi Jones.Fue así como se terminó de escribir un capítulo de espanto en la historia de Méx ico, no solo en los Mundiales, si no en su andar futbolístico en general. Caer ante un rival etiquetado como inferior, pero que, además representa a la animadversión con una claridad prístina, son elementos para intentar enterrar, lo más profundo posible, en la memoria al 17 de junio. La tierra de Jeonju fue regada por lágrimas aztecas, mismas que aún no secan.