No hace mucho tiempo, jugábamos con la idea de colocar a Tony Romo en algún equipo que le diera la oportunidad de ganar o, al menos, pelear por un campeonato en el epilogo de una exitosa carrera.”Exitosa carrera”…Tal vez, el término no embona bien con un jugador como Tony Romo, pues no es alguien de quien nos acordemos triunfando cada que escuchamos su nombre, como sucede con otros contemporáneos como Manning, Brady o, incluso, Roethlisberger.Si bien mantenerse 11 temporadas ocupando uno de los puestos más difíciles que existen en el deporte profesional de los Estados Unidos –quarterback de los Cowboys- es una tarea titánica, los mismos reflectores que implican la posición, hacen que el adiós de Tony nos lleve a plantear la pregunta sobre cómo describir su paso por los emparrillados.Tras meditarlo largo y tendido, solo se me ocurre una forma de expresarme sobre el estilo que caracterizó a este jugador, que no fue seleccionado en Draft y a quien Jerry Jones describe como uno de los “más grandes jugadores en la historia de los Vaqueros”: Sol y Sombra.Claro ejemplo de sol, aquella vez en 2007 jugando contra los Rams, cuando tras un pésimo centro que vio volar el ovoide por su cabeza y luego de patear el balón, evadió a 3 defensivos para convertir una pérdida de 35 yardas en un primero y diez.O que tal, aquella Semana 5 de la temporada 2014, cuándo J.J. Watt lo tenía en la mira y donde de forma milagrosa y casi mágica, Romo se escapó girando hacia su izquierda para lanzar un pase de 43 yardas para touchdown.El problema, es que hacemos memoria y nos acordamos también de momentos como el juego de comodines en Seattle, durante la temporada 2006-2007, cuando al reloj le quedaban un minuto con diecinueve segundos y Dallas perdía por uno. Martín Gramatica estaba listo para patear el gol de campo que llevaría a los Vaqueros a la ronda divisional, Tony Romo era el encargado de sujetar el balón. Lo que pasó después es probablemente la imagen más recordada y que marcó para muchos la carrera del pasador en la NFL…el balón no es bien sujetado, Romo se levanta y busca el touchdown, para ser detenido por Jonathan Babineaux a dos yardas de la zona de anotación.Y qué tal aquella noche del 28 de diciembre del 2008 en Filadelfia. Semana 17 y los playoffs a un triunfo de distancia. Cuatro intercepciones y dos balones sueltos después, Dallas perdía 44-6 y veía como el frío invierno se llevaba sus aspiraciones de postemporada.Entonces nos acordamos de cuando ganó un juego en San Francisco con un pulmón perforado en 2011 y también de la vez que casi le gana a Peyton Manning en 2013, pero perdieron el partido gracias a una intercepción suya.Líder pasador en yardas, rating y touchdowns de la franquicia más famosa de la NFL, además de contar con 27 regresos para triunfo entre el 2006 y el 2014 –uno más que Peyton Manning-, la revolución no le hace justicia a un quarterback que ganó 78 partidos y que guió 6 veces a la estrella solitaria a postemporada. Nada mal para un jugador que llegó a Dallas sin ser seleccionado en el Draft.Blanco o negro, sol o sombra, con Romo no existe el gris. Un buen quarterback, que a pesar de ser “clutch” –sus números en el último cuarto así lo demuestran- será perseguido eternamente por los fantasmas de intercepciones y errores en momentos cruciales. Injusto, tal vez; pero la grandeza en el deporte no guarda lugar para aquellos que no pueden reafirmar su grandeza con campeonatos y récords.Adiós Tony. La NFL pierde a un jugador que para bien o para mal, hizo más divertida a esta gran Liga.