Hay estancias que no son tan gratas en las carreras de los futbolistas, lugares donde no pudieron mostrar sus mejores cartas de presentación y en la que aun cuando el jugador sepa y reconozca que su paso no fue exitoso, los aficionados no perdonan. Como Césares en Roma, le bajan el pulgar a ese ‘gladiador’ en turno del que se esperaba más.
Son pocos los ‘gladiadores’ que luego tienen la oportunidad de tomar revancha para mostrarse a sí mismos y a los que ahora son sus detractores que no fue por falta de calidad su bajo rendimiento.
Hérculez Gómez es uno de ellos.
El delantero méxicoamericano se convirtió de ser un jugador sin pena ni gloria en los Seattle Sounders al verdugo de los Esmeraldas en la Champions League.
Gómez fue a préstamo a los Sounders a principios de la década pasada en el 2003. Seattle aun jugaba en la división inferior, USL, y Hérculez era una apuesta del LA Galaxy al que buscaban foguear en el Noroeste del país.
Las cosas no fueron como se esperaba. Los fanáticos se desesperaron por ver a su potencial goleador con tan solo una anotación en más de una decena de partidos jugados. Las cosas no podían acabar de peor manera para Gómez, cuando tuvo que alejarse de las canchas por una rotura de uno de sus pies.
La recuperación fue difícil y larga. Tanto que Gómez ya no regresaría con Seattle y su retorno a jugar futbol sería en una liga de fútbol siete en San Diego.
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Los años transcurrieron. Hérculez tuvo un par de reencarnaciones, primero en el LA Galaxy y posteriormente en el Puebla de México, lo que le dio la posibilidad de jugar el Mundial 2010 con la selección de los Estados Unidos. Mientras que Seattle llegó a la MLS en 2009, y no tardó mucho en hacerse uno de los equipos con mejor afición de la primera división Norteamericana y conquistar un tricampeonato consecutivo de la Copa Abierta.
EL FÚTBOL TE DA REVANCHAS
Ya con ambos consolidados en el máximo nivel, llegó el momento de que Hérculez y Seattle se volvieran a encontrar tras vivir vidas paralelas por casi una década. Fue en los Cuartos de Final de la Champions League de la CONCACAF 2011-12. La serie de ida y vuelta se jugaría en marzo del 2012.
El primer partido se disputó en Seattle, donde los Sounders sacaron un apretado 2-1 a favor, pero Gómez ya comenzaba a callar algunas bocas una vez que convirtió el gol de los albiverdes – uno valioso considerando el valor del tanto como visitante.
El propio Hérculez se encargó de sepultar la serie en la vuelta, en una humillante tarde en la que Santos Laguna le ganó 6-1 a Seattle con un doblete de Gómez incluido. El abrumador global fue de 7-3, con Gómez anotando prácticamente la mitad de los goles de los Guerreros.
A la afición de Seattle no le quedó más que callar.
Pero ahí no terminaría la historia. En la Champions del 2012-13 se volvieron a enfrentar en instancias definitivas, aunque un escalón más arriba, en semifinales.
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Fue en una noche de abril, que los aficionados de Seattle que se mofaban del goleador, en su mayoría por redes sociales y con cánticos en el estadio, que les cortaron la lengua por segunda vez, ya que el verdugo volvió a silenciar el CenturyLink.
Hérculez anotó el gol de la victoria por la mínima en el estadio de los Sounders, el gol que a la postre sería el de la diferencia, ya que en la vuelta empatarían a un gol.
Gómez ya no solo silenció el cántico “Sounders Reject… Sounders Reject” (Deshecho de los Sounders), sino que hasta recibió el reconocimiento de los fanáticos Esmeraldas.
“Me encanta. Ser llamado un deshecho de los Sounders – cualquier clase de deshecho – llega profundamente. Prende fuego”, dijo Gómez tras convertir el gol del triunfo en la ida. “No tuve la más fácil de la carreras en el comienzo, así que cualquier chance que tenga para definitivamente redimirme es una buena oportunidad”.
POR TERCERA OCASIÓN
El próximo sábado, Hérculez tendrá la posibilidad de volver a apelar a esa redención, cuando Toronto FC visite a los Seattle Sounders. Quizás en esta ocasión los hinchas de los Sounders lo pensaran dos veces antes de intentar intimidar a su verdugo.
Los aficionados de Seattle se metieron con el gladiador equivocado, uno para nada común. Después de todo, tal vez no estábamos hablando de un gladiador romano, sino de un poderoso semidiós griego.
