Se dice que el mejor equipo de la historia era el Brasil del Mundial de 1970, otros que la Holanda que con méritos se ganó un mote inspirado en la obra de Anthony Burgess, mientras que unos cuantos más, no dudan en señalar a un conjunto cuyo recuerdo el tiempo ha destrozado, quizás con más injusticia que honor.La Selección Nacional de Hungría se presentaba en la Copa Mundial de la FIFA Suiza 1954 con el recuerdo de aquella escuadra magiar que desafío a Italia en la mismísima Final de su propio Mundial.Pero en aquella Copa del Mundo, los húngaros se ganarían el corazón de propios y extraños. Los dirigidos por Gustav Sebes tenían entre sus filas a jugadores que a la postre se encumbrarían como legendarios, como Sandor Kocsis, Laszlo Budai, Jozsef Bozsik y, desde luego, el mayor de todos los titanes de Hungría: Ferenc Puskas. Una generación que hizo que, por décadas y décadas, esta versión húngara fuera considerada como el conjunto definitivo, el mejor y máximo exponente que el balompié ha dado.En 1954, Hungría arrasaba con todo lo que se le ponía en frente: vencieron 9-0 a Corea del Sur y nada menos que a Alemania Federal por un escandaloso marcador de 8-3. Ya en cuartos de Final, eliminó a la Brasil Subcampeona del Mundo por 4-2, pero en Semifinales se mediría a la Campeona Uruguay.El conjunto celeste llegaba a esta justa no solamente después de conseguir el título en Brasil 1950, sino que además, llegaba como amplia favorita para volverse a adjudicar el trofeo Jules Rimet y, además, invicta en toda la historia de los Mundiales. En efecto, la República Oriental del Uruguay no sabía lo que era la derrota ni en los Juegos Olímpicos de 1924 y 1928 (considerados Mundiales por FIFA), tampoco en las justas máximas de 1930 ni de 1950, menos en lo que iba de Suiza 1954: 30 años de invicto en las máximas competencias del futbol.Eran sin duda las dos escuadras que más llamaban la atención en el certamen, y se enfrentaban en el Estadio de La Pontaise en Lausana, un día como hoy, 30 de junio pero de 1954.Ninguna de las dos selecciones contaba con sus grandes figuras: el uruguayo Obdulio Varela y el húngaro Ferenc Puskas, ambos lesionados. Esto no impidió que Hungría se fuera volcada al frente para que, ya a los 46’, la escuadra europea se fuera al frente 2-0.Uruguay igualaría los cartones ya en el ocaso del tiempo regular: a los 75’ y a los 86’, ambos tantos obra de Juan Hohberg, elemento que tenía actividad gracias a la baja de Varela. El segundo gol no solamente fue agónico por el momento en el que cayó, sino por el delirio que desató en Lausana. Hohberg apenas tuvo fuerzas para salir corriendo, los fotógrafos entraron a la cancha y las gradas casi se caían mientras que el atacante charrúa se desplomó sobre la cancha.Las asistencias médicas estaban sobre Hohberg en lo que es una de las postales más famosas y emotivas en la historia de las Copas del Mundo. Ya en tiempos extra, tendría que aparecer un monstruo como Sandor Kocsis para que Uruguay sintiera lo que sería su primera derrota en la historia de las Copas del Mundo.Jugadores y técnico de Hungría no dudaron en dar su mérito a Uruguay al señalar que los sudamericanos representaron el mayor reto que jamás enfrentaron. Frecuentemente se asocia la sorpresiva derrota frente a la Alemania Federal en la Gran Final del torneo al desgaste que tuvieron los húngaros en este compromiso de Semifinales en el Mundial de 1954. Considerado el partido del siglo, hasta que Italia y Alemania casi derrumban el Estadio Azteca en 1970.